¡En Pascua de Resurrección!¡ Culmina su Camino de Amor, Servicio y Sacrificio por el bien de la humanidad! Emprende un viaje de Esperanza y Victoria hacia la Eternidad.
Gigante y diminuto Pastor, bañado por la sencillez del pueblo y la humildad de los pequeños.Con alas de sueños e ilusiones, levanta vuelo hacia nuevos destinos, dejando aromas de oveja: son los pasos de un gran Pastor.
Golpeado muchas veces por el dolor y la enfermedad, supo transformar la debilidad en fortaleza total. Levantó a los más vulnerables y descartados, a los más necesitados, luchando por su valor y dignidad.Tendió puentes de comprensión y unidad, abrió espacios al perdón, al amor y a la comprensión.
Fue una Luz que irradió al mundo con humildad, amor, empatía, compasión, solidaridad, sencillez y misericordia. Consumido por el fuego del Amor, cumplió sin temor su destino hasta el final.
Sorprendiéndonos una vez más, con los últimos suspiros que sostenían su debilitada vida, con un fragmentado hilo de voz, pronunció su Última Bendición de Pascua de Resurrección.
¡Gracias, papa Francisco! Por el privilegio de su vida, regalada y desgarrada hasta el último respiro, al servicio de la humanidad, teñida por el afán de paz, amor y unidad.Su legado queda marcado en nuestros corazones para la eternidad.
La autora es ciudadana.
