‘Hembrismo’ es un neologismo que hace referencia a la ideología contraria al ‘machismo’. Por tanto, una ‘hembrista’ es una mujer que siente o manifiesta ‘misandria’ (aversión a los varones; odio hacia los hombres).
No tengo nada contra las hembristas. Todo individuo tiene derecho a pensar y, también, derecho a pensar erradamente; así como la libertad para defender sus pensamientos y promover su ideología; pero hacerlo usurpando otro movimiento que tiene ideas contrarias a las que pretende promover es: ¡Deshonesto!
Las ‘hembristas’ aprovechan las marchas feministas para cometer actos de vandalismo y dañar propiedades privadas, y debido a la confusión que crean consiguen desprestigiar al movimiento feminista.
Basta con que leas los comentarios que me hicieron cuatro panameños:
“En realidad son las propias mujeres las que desprestigian y socavan el movimiento feminista”. Me dijo un apreciado amigo.
“Puras locas y desubicadas en busca de atención, que eligieron las peores decisiones y ahora están culpando a todo el mundo”. Me dijo un chico que espero que acabe convirtiéndose en un feminista.
“Tanto movimiento de mujeres queriendo ser superiores a nosotros ya comienza a darme miedo”. Dijo otro querido amigo.
“Es absurdo hacer campaña y, además, llegan al punto de dar la impresión de que odian a los hombres”. Dicho por una mujer de ‘21’ años.
¡Las feministas ‘no’ odiamos a los hombres! Feminismo no es supremacía de lo femenino sobre lo masculino, sino una lucha para lograr la ‘igualdad de género’.
Las feministas trabajamos arduamente para que se creen leyes que pongan a los hombres en igualdad de condiciones con las mujeres:
-Ley de licencia por paternidad: que todo padre tenga derecho a la misma cantidad de tiempo que se le conceda a las mujeres cuando nace su hijo.
-Ley de custodia compartida: que todo padre tenga derecho a cuidar de sus hijos exactamente la misma cantidad de tiempo que la madre.
-Ley de manutención obligada para la madre: que las mujeres estemos obligadas a pagar el 50% de los gastos de manutención de nuestros hijos o hacerlo proporcionalmente al salario de cada uno de los padres.
Pero, que existan tres temas por los que los hombres se pudieran sentir en desventaja no demuestra, en absoluto, que las leyes estén a favor de la mujer.
Según el Ministerio Público, 18 mujeres murieron en Panamá por feminicidio durante 2017, y otras 13 tuvieron tentativa de feminicidio.
Además, tenemos el problema de la exclusión de la mujer de la vida laboral porque, por increíble que parezca, aún en el siglo XXI son muchas las mujeres que, por unos u otros motivos, no pueden acceder a la educación necesaria para incorporarse al mercado laboral.
El salario medio de las mujeres es 20% inferior al salario medio de los hombres por realizar exactamente el mismo trabajo; solo el 10% de los cargos directivos está ocupado por mujeres; los empresarios discriminan a las mujeres porque no quieren tener que enfrentarse al periodo de licencia por maternidad… La lista es demasiado larga para publicarla aquí.
El movimiento feminista nació por una necesidad imperativa: “La necesidad de que las mujeres seamos tratadas como seres humanos, al igual que nuestra contraparte masculina y de dejar de ser consideradas como seres de segunda categoría”.
Pero, cada acción produce una reacción; y por cada movimiento loable que nace, nacerá también su contraparte con el fin de destruirlo; y así es como frente al feminismo, nació el hembrismo. No son sinónimos, son contrarios.
Por eso quiero pedirte que conserves en tu mente dos ideas: “Las feministas ‘no’ odiamos a los hombres”.
Y sobre aquellas otras, ‘las hembristas’, debes de saber que: “Ellas no me representan”.
La autora es ciudadana