Una vez superado parcialmente el tema de las pensiones, la Caja de Seguro Social enfrenta un reto igual de complejo: mejorar sus servicios de salud sin descuidar la frágil situación financiera. Durante un foro organizado por este medio, el director de la institución, Dino Mon, advirtió que las reservas del programa de salud y riesgos profesionales podrían agotarse en dos años si no se toman medidas urgentes.
La advertencia no es un simple dato contable: se trata de la sostenibilidad de la atención que reciben millones de asegurados. Hoy, el 60% del presupuesto de funcionamiento se consume en enfermedades crónicas, mientras persisten largas filas, demoras para cirugías y un déficit de especialistas que deja a muchos pacientes esperando meses.
Mon planteó la necesidad de invertir en infraestructura, tecnología y prevención, pero también de medir resultados y garantizar eficiencia. La CSS no puede seguir siendo un gigante burocrático que se derrumba por dentro. Enfrentar esta crisis exige transparencia, disciplina y un cambio profundo en la forma de gestionar la salud pública.