Lo que debía ser un domingo de fiesta deportiva terminó en bochorno nacional. Más de cinco mil aficionados acudieron a la Arena Roberto Durán para presenciar el arranque de la Copa Latina 2025 y salieron entre abucheos, frustración y silbidos. El motivo: una tubería rota y un sistema de climatización inservible por la baja presión de agua causada por trabajos del Idaan en la potabilizadora de Chilibre. El coliseo quedó húmedo e inseguro para los jugadores, y el espectáculo prometido se derrumbó.
Este episodio va más allá de un tropiezo deportivo. Expone la fragilidad de nuestra gestión del agua. No se trató de escasez, sino de una planificación deficiente del Idaan, incapaz de prever que un evento internacional requería garantizar condiciones básicas. La improvisación se impuso a la previsión, con consecuencias transmitidas al mundo entero.
Panamá se promociona como hub global, pero tropieza en lo elemental. Sin agua bien administrada no hay salud, no hay calidad de vida, ni siquiera un partido de baloncesto seguro. Mucho menos, desarrollo sostenible.
