La violencia del diputado del Partido Revolucionario Democrático (PRD) es inadmisible desde cualquier punto de vista. Incapaz de sostener sus argumentos, recurrió a los golpes contra el diputado de la bancada Seguimos, Betserai Richards, mostrando una inestabilidad emocional incompatible con el cargo que le confiaron sus electores. Primero acudió a la Corte para demandar la legalidad de la nueva bancada y ahora esto.
La Asamblea Nacional, las bancadas y el partido al que pertenece tienen la obligación de actuar. No es la primera vez: ya antes agredió a la diputada Kayra Harding. El PRD anunció entonces un proceso disciplinario del cual nunca se supo más, y tampoco hay claridad sobre el curso de la demanda presentada por Harding en la Corte.
Esta vez no caben excusas. La inmunidad política no puede seguir siendo una coraza para quienes convierten la política en matonería. La Asamblea debe demostrar que no tolera estas prácticas con sanciones ejemplares.