Más allá del morbo que produjo la detención, imputación y aplicación de medidas cautelares a tres personas por el caso AIG, lo verdaderamente importante es la denuncia que dio inicio a la investigación. Esa denuncia provino de un funcionario. Sin conocer sus motivaciones, lo cierto es que su acción permitió a las autoridades destapar los hechos y que todo el país se enterara de un “gran negocio” hecho con dinero público. La pregunta es inevitable: ¿cuántos otros casos similares han ocurrido sin ser denunciados, sin ser investigados y, por tanto, permanecen en la impunidad? Que un solo funcionario haya puesto en marcha el sistema revela no su fortaleza, sino su fragilidad: dependemos de la valentía individual, y no de la eficacia institucional. Enhorabuena el denunciante hizo lo correcto. Pero no basta: se requiere instituciones sólidas y controles efectivos que impidan que el dinero público se convierta en botín.
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Hoy por Hoy: Dinero público, responsabilidad de todos
30 ago 2025 - 05:00 AM