El país ya conoce el diagnóstico y el Idaan lo ha reiterado: la crisis del agua estalla como una vieja tubería corroída, reventando por donde menos se espera. Los datos expuestos en el Foro del Agua 2025 y por el propio director del Idaan, Rutilio Villarreal, confirman que el problema no es coyuntural, sino estructural: redes corroídas, plantas potabilizadoras sobreexigidas, deforestación en zonas de recarga y una gobernanza débil que posterga soluciones.
Las inversiones en agua no tienen la vistosidad política de un puente o un metro, pero son esenciales. Demorarlas equivale a sostener una bomba de tiempo. La experiencia del río La Villa, los camiones cisterna en barrios enteros o los paros de la planta de Chilibre son ejemplos de lo vulnerable que es un servicio que damos por sentado.
La hoja de ruta existe: el Plan Nacional de Seguridad Hídrica, proyectos en ejecución y una institucionalidad llamada a coordinar. Lo que falta es voluntad política para ejecutar, porque el agua no puede esperar.
