En la Asamblea Nacional hay quienes insisten en confundir presupuesto con botín. El diputado Benicio Robinson Jr., del PRD, ha propuesto asignar por ley un 0.001% del PIB nominal —con una supuesta tasa de crecimiento del 6% anual— para financiar un patronato de bandas independientes. Lo escandaloso no es solo la ligereza de atar recursos a un indicador macroeconómico variable, sino que el propio proponente es parte de la cúpula de la Federación de Bandas Independientes.
En buen castellano: legisla para beneficiarse a sí mismo. El problema no radica en la música ni en las expresiones populares, sino en la manipulación de las finanzas públicas para fines particulares disfrazados de cultura. El PIB no es una alcancía infinita ni un comodín para justificar ocurrencias.
Bajo esa lógica, mañana alguien pedirá otro porcentaje para murgas de carnaval o festivales veraniegos. El presupuesto debe responder a prioridades nacionales, no a intereses personales. Convertir la ley en un instrumento de provecho propio erosiona la confianza ciudadana y degrada la política a mera repartición de favores.