La influenza nunca se fue. Lo que cambió fue nuestra forma de escuchar a la ciencia. Tras la pandemia, cualquier advertencia sanitaria parece exagerada y cualquier llamado a la prevención genera cansancio o desconfianza. En ese contexto surge una nueva variante de influenza A(H3N2), bajo vigilancia científica por su rápida propagación, y la reacción social oscila entre el temor y la indiferencia.
Las variantes no son una anomalía: forman parte del comportamiento natural de los virus respiratorios. Lo verdaderamente preocupante no es su aparición, sino la persistencia de viejos problemas que amplifican su impacto: baja vacunación, demora en buscar atención médica y una desconexión entre la evidencia científica y las decisiones cotidianas.
En Panamá, la detección de casos y el llamado a la calma de los especialistas muestran un sistema que observa y actúa. Sin embargo, esa capacidad pierde fuerza si no va acompañada de responsabilidad individual y confianza pública. Vacunarse, consultar a tiempo y mantener medidas de prevención no son actos de miedo, sino de madurez social.