“Salario emocional” le llamó el magistrado Alfredo Juncá al pago de seguros privados por parte del Tribunal Electoral. Ese eufemismo, además de constituir un furcio del togado, resulta engañoso: no se trata de un salario intangible, sino de un componente material del mismo.
La expresión deja ver, además, lo normalizada que resulta para él la pésima calidad de la salud pública. La situación es idéntica para otros funcionarios que gozan del mismo “beneficio”: su salida es aprovecharlo a costa del Estado.
Mientras esa sea la mentalidad de quienes lo autorizan y usufructúan, no habrá mejoras en la salud pública. El propio sistema produce un modo de evadir el problema, perpetuando así la mala calidad de los servicios de salud.