La buena postura de cualquier persona puede ser beneficiosa tanto para la salud, como para hacer amistades. Esta postura nos brinda presencia, tanto en los negocios como en la relaciones interpersonales. Ofrecer la mano con un toque de firmeza ayudará a dar la impresión de ser una persona confiable y segura, que puede ser vista como visionaria, emprendedora y capaz de tomar decisiones sabias.
La primera impresión, llamada también “halo”, en pocas palabras es la primera percepción de lo que se ve, aunque muchas veces no sea lo correcto. Es la manera más popular entre la población panameña y, de muchos países, de hacer amistades, invitaciones, presentaciones, obtener puestos de trabajo, etc. Por eso, es recomendable cambiar o modificar nuestra manera de vestir, el lenguaje corporal y ciertas costumbres que pueden influir en la sociedad poco acostumbrada a convivir con nosotros, a vernos y que tampoco lleva nuestro ritmo de vida o costumbres propias.
Hay reglas básicas para causar buena impresión, por ejemplo, seguir un código de vestimenta que nos haga sentir bien y cómodos. Utilizar prendas clásicas, no tan ajustadas; zapatos cerrados para las damas y los caballeros, de colores oscuros o neutros, pero siempre limpios y lustrados, nos ayuda a mostrar una imagen de seriedad, con la que inclusive podremos hacer amistades importantes, entrar en el mundo de los negocios u obtener el puesto de trabajo que queremos. Vestirse bien mejora las relaciones sociales y crea un prototipo de ejecutivo responsable; imagen que encaja perfectamente en este mundo cambiante y globalizado. Se puede decir que el ciudadano de esta generación se comunica con los demás mediante posturas que irradien confianza y, también, con lo que vestimos.
Por otra parte, para mejorar nuestra imagen ética debemos “saber escuchar”, es importante no interrumpir al otro cuando conversamos, cuando estamos en medio de una charla; al momento de presentarnos ante otras personas o cuando nos presenten a un grupo, estrechar la mano es la mejor opción; abrir la puerta a cualquier colega, sea del automóvil, restaurante, oficina o donde nos encontremos, es una muestra cívica para con los demás; pero no se debe pelear por abrir la puerta, si ya otra persona la ha abierto, en ese caso solo nos correspondería dar las gracias. En las reuniones con personas de alto rango o con jefes se recomienda que la persona de menor rango abra la puerta, sin importar el género, pero siempre puede haber excepciones.
El punto más importante es siempre dar las gracias, decir por favor y sonreír. Es la manera más práctica de ganar nuevos amigos y ser agradecido con quienes nos rodean. Estas palabras y acciones mágicas ayudarán a que los demás nos brinden su cooperación y aprecio; nos abren las puertas para convivir en armonía; cambian los efectos negativos de la primera impresión, y ayudan a que nos traten con el mismo respeto, porque reúnen valores que propician las buenas conductas y enseñan a convivir, con ética y moral. Concluyo con una frase ética muy importante: “La repetición de los actos genera hábitos que determinan las ‘actitudes’ propias con los demás”.