En un mundo donde la inteligencia artificial (IA) transforma industrias y redefine el acceso al conocimiento, América Latina enfrenta un dilema crucial: integrar estas tecnologías para cerrar brechas históricas o resignarse a quedar aún más rezagada.
Proyectos como LatAm GPT, una colaboración entre México, Chile, Argentina y Uruguay, marcan un paso firme hacia una educación contextualizada y con identidad latinoamericana. Pero mientras este modelo aún se prueba en laboratorios, las necesidades en las aulas ya son urgentes.
Empresas globales como OpenAI y Anthropic, en alianza con universidades y corporaciones como Deloitte y AWS, ya introducen soluciones de IA generativa en sectores clave. La región debe decidir si lidera su transformación educativa y laboral con inteligencia, o si permite que las brechas se profundicen.
Según el informe Future of Jobs 2025 del Foro Económico Mundial, entre 2025 y 2030 surgirán 170 millones de nuevos empleos vinculados a la transformación tecnológica, pero desaparecerán 92 millones. Las habilidades más demandadas serán el pensamiento analítico, la resiliencia, la alfabetización digital y el dominio de la IA. En riesgo están los empleos administrativos, de entrada de datos y servicios clericales.
Abril en Panamá: protestas que agravan el rezago
En este contexto, Panamá y otros países de la región enfrentan decisiones críticas. La huelga indefinida anunciada por gremios docentes a partir del 23 de abril, en protesta por reformas ajenas al ámbito educativo (la Ley de la CSS), podría agravar el rezago académico de miles de estudiantes, sobre todo en comunidades ya golpeadas por la desigualdad.
De la protesta a la propuesta: hoja de ruta para no perder el tren
Repriorizar la educación como bien superior. Ninguna demanda social debe justificar la suspensión del derecho a la educación. Cada día de clase perdido tiene un impacto profundo, especialmente en zonas vulnerables.
Capacitar a los docentes en IA. Urge una formación ética, crítica y pedagógica sobre el uso de la IA en las aulas. Mientras Deloitte ya entrena a líderes financieros en la región, los ministerios de Educación deben priorizar programas similares para educadores, con metas claras y medibles sobre impacto curricular y desarrollo de competencias.
Convertir los modelos de IA latinoamericanos en política pública. Iniciativas como LatAm GPT deben trasladarse al aula con urgencia, incluyendo contenidos en idiomas originarios y adaptaciones a los contextos locales. Su potencial diferenciador solo será real si se articula con los sistemas educativos nacionales.
Medir impacto y corregir rumbo. Toda política tecnológica debe evaluarse por su efecto en aprendizajes y empleabilidad. Se requiere seguimiento con indicadores y coordinación entre Estado, academia y sector privado.
Si no actuamos, ¿qué nos espera?
El Foro Económico Mundial advierte que el 59% de la fuerza laboral global necesitará recapacitación antes de 2030. Si América Latina sigue perdiendo días de clase por conflictos ajenos a la educación, y no desarrolla una política activa de formación docente en IA, las consecuencias serán claras: mayor desigualdad, desempleo juvenil y migración forzada.
Panamá se juega su futuro este abril.
Conclusión: del discurso a la acción
Innovar no es un lujo, es una urgencia. La educación del futuro requiere voluntad política, liderazgo gremial y visión de país. La IA no reemplazará al docente, pero empoderará a quien se prepare.
Panamá debe defender el derecho a crecer de sus niños. Hoy, ese derecho se traduce en acceso a tecnología, información y tiempo en el aula.
La decisión es clara: ¿seremos autores de nuestra narrativa digital o meros espectadores del progreso ajeno?
