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Inteligencia artificial que no mata, engorda

Cuando hace unas semanas escribí en este periódico sobre los conceptos básicos de la inteligencia artificial, no me imaginaba el tsunami de noticias que esta nueva tecnología generaría en tan poco tiempo.

Dos aspectos han dominado los titulares: por un lado, está la preocupación por las consecuencias negativas de la inteligencia artificial (IA) y, por otro lado, destacan la noticias con las aplicaciones sorprendentes y beneficiosas que la misma.

Hace sólo unos días, una lista larga de expertos en IA, científicos, periodistas y políticos firmaron una declaración sobre la necesidad de mitigar los riesgos de esta nueva tecnología.

Esta declaración, impactante por su brevedad y tenor, se publicó en la página web del Center for AI Safety. A continuación, mi traducción al español de la misma.

“Mitigar el riesgo de extinción por la IA debe ser una prioridad global, similar a los otros riesgos para la sociedad, como las pandemias y la guerra nuclear”. Poner en un mismo párrafo las palabras guerra nuclear, extinción, pandemia e inteligencia artificial me pareció un poco exagerado.

Pero esta breve y alarmista declaración no está firmada por un par de locos apocalípticos de esos que andan anunciando el fin del mundo con una pancarta en la vía pública. Entre los firmantes están Dennis Hassabis, CEO de Google Deep Mind; Sam Altman, CEO de Open AI; Kevin Scott, CTO de Microsoft, y Jaan Tallinn, cofundador de Skype, solo para nombrar unos pocos. Si alguien entiende las consecuencias negativas de esta tecnología deben ser ellos, a menos que haya otra motivación oculta para tan enfática solicitud.

Por su parte, el Congreso de Estados Unidos realizó recientemente audiencias para evaluar los riesgos de la inteligencia artificial y buscar mecanismos para su regulación. Y el presidente Joe Biden se reunió con líderes del sector y señaló que lo que ellos hacían, refiriéndose a la IA, tenía “enorme potencial y peligro”.

Hasta el brillante escritor de Sapiens, Yuval Noah Harari, ha señalado su preocupación por las consecuencias negativas de la inteligencia artificial. Sugiero que revisen el video de su presentación en YouTube titulada “I.A. y el futuro de la humanidad”.

En esta presentación, Harari comenta cómo la IA ha hackeado el sistema operativo de la humanidad, refiriéndose a su potencial para utilizar nuestro lenguaje y crear comunicación y desinformación. Solo el 22 de mayo pasado hubo una caída transitoria de los índices de la bolsa de valores de Nueva York, cuando una imagen falsa de una supuesta explosión en el Pentágono, generada por inteligencia artificial, se volvió viral en la plataforma Twitter.

Aunque esta noticia fue rápidamente desmentida, la misma ejemplifica lo que es posible con estas nuevas herramientas. Con módulos de IA se pueden generar videos realistas que fácilmente pueden crear confusión y desinformación. Imagínense un video falso, unas horas antes de las votaciones en Panamá, mostrando a uno de los candidatos presidenciales declarando abiertamente que es ateo o gay. Con la intolerancia que hay en nuestro país, el candidato estaría frito.

Si bien es cierto que parece haber bastante preocupación por la IA, no menos sorprendentes son los ejemplos de usos constructivos de esta tecnología. Por ejemplo, un grupo de científicos de la Universidad de Texas describió hace unos días cómo un módulo de IA pudo traducir los pensamientos de personas, analizando las imágenes de resonancia magnética nuclear funcional (fMRI por sus siglas en inglés).

En este estudio se entrenó a un módulo de lenguaje de IA a asociar los patrones de la actividad cerebral con las frases y palabras que los participantes escuchaban. En los experimentos subsiguientes, los sujetos escuchaban otras narraciones y la IA tenía que interpretar y escribir, basándose en la actividad cerebral, lo que los participantes estaban escuchando. Y aunque el módulo de IA no generaba un escrito fiel palabra por palabra de lo escuchado, era claro que podía captar el significado de la historia con bastante precisión.

Los resultados de esta investigación, aparte de ser tremendamente sorprendentes, abren la discusión sobre cómo funciona el cerebro humano y cuáles pueden ser los usos de esta tecnología en el futuro.

Otra noticia que dio la vuelta al mundo hace poco fue el uso de un algoritmo de IA para analizar más de 6 mil moléculas, con el objetivo de descubrir una que pudiera matar a uno de los microorganismos más resistentes a los antibióticos, el Acinetobacter baumannii. Con el uso de esta herramienta de IA pudo descubrirse un nuevo antibiótico, la abaucina, que se espera pueda utilizase en estas infecciones.

Así como estas hay muchas noticias positivas sobre las aplicaciones de la inteligencia artificial en diferentes ámbitos. Pero hay muchas cosas que ignoramos sobre el potencial de la IA y cómo esta va a cambiar nuestro futuro.

Lo que es casi seguro, es que en los próximos años sabremos si se convierte, como advierten los expertos, en un riesgo para nuestra extinción o en una herramienta beneficiosa para la humanidad. O dicho simplemente: inteligencia artificial que no mata, engorda.

El autor es médico, especialista en enfermedades infecciosas


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