Gran parte del continente americano estuvo durante siglos sometida a los españoles.
Gran parte del continente europeo estuvo durante siglos sometida a los romanos.
Los españoles acabaron con las civilizaciones azteca, maya, inca, etc.
Los romanos acabaron con las civilizaciones celta, ibérica, tracia, etc.
Los españoles cometieron muchas crueldades contra los indígenas que se opusieron a la conquista. Atahualpa, Cuauhtémoc, Urracá, Rumiñahui, Guaicaipuro, Lempira, Atlacatl y muchos otros fueron víctimas.
Los romanos cometieron muchas crueldades contra los indígenas que se opusieron a la conquista. Espartaco, Viriato, Vercingétorix, Ariovisto, Indíbil, Mandonio y muchos otros fueron víctimas.
Los españoles se llevaron de los países sometidos la plata y el oro. Potosí y otros muchos lugares son testigos.
Los romanos se llevaron de los países sometidos el oro y la plata. Las Médulas, en El Bierzo, y otros muchos lugares son testigos.
Los españoles impusieron en América su idioma, su religión, sus leyes y su infraestructura. El Camino de Cruces, entre Panamá y Portobelo, es testigo, entre muchos otros.
Los romanos impusieron en Europa su idioma, su religión, sus leyes y su infraestructura. La Vía de la Plata, entre Itálica y Astorga, es testigo, entre muchos otros.
Los conquistadores españoles se unieron a las mujeres nativas y procrearon mestizos.
Los legionarios romanos se unieron a las mujeres nativas y procrearon mestizos.
Los hispanoamericanos no pierden ocasión de recordar las injusticias que cometieron sus antepasados que vinieron del otro lado del mar contra sus antepasados que ya estaban aquí. Hasta prefieren el gentilicio latino, evidentemente inapropiado, para borrar la “mancha” de llamarse hispanos. En Venezuela, un comandante dictador declaró el 12 de octubre Día de la Resistencia Indígena, y en México un presidente demócrata exigió al rey de España que pidiera perdón por las crueldades que cometieron los conquistadores. Para ellos no vale nada la sangre del mestizaje, sus propios apellidos, la rueda, el hierro, los animales domésticos, el arado, el arroz, el trigo, la vid, el café, la imprenta, las universidades, el idioma y las leyes comunes para todos, el concepto moderno de nación, etc. Indígenas e indigenistas han derribado, entre aplausos, estatuas de Colón en Estados Unidos y de Belalcázar en Colombia, y han llegado a quemar banderas ante embajadas de España.
Los españoles, portugueses, franceses, rumanos y otros pueblos que pertenecieron al Imperio romano se sienten orgullosos de sus antepasados que vinieron de otro lugar y les dieron a sus antepasados que ya estaban allí su sangre y sus nombres, monumentos arquitectónicos y literarios, leyes, el origen del idioma que hablan y la civilización que los rige.
Quien se pusiera a derribar estatuas de Julio César en Francia o de Trajano en España, o a quemar banderas italianas ante alguna embajada, es seguro que iría a la cárcel. Y si al primer ministro de Rumanía se le ocurriera dedicar un día del año a la resistencia contra los romanos, o el rey de Bélgica exigiera a Giorgia Meloni que pidiera perdón por las crueldades de los legionarios romanos, creo que los destituirían de sus cargos por incapacidad mental.
Y yo pregunto: ¿por qué dos actitudes tan opuestas ante dos casos tan parecidos?
El autor es jubilado.

