Invertir en I+D paga: retorno económico, social y estratégico para Panamá

Durante años, en Panamá nos hemos hecho la misma pregunta con distintos nombres: ¿Es necesario invertir en ciencia? ¿Qué obtenemos financiando investigación? ¿Dónde están y cuáles son los resultados? En realidad, no es la ciencia la que está en deuda con el país; es el país el que aún no ha apostado en serio por ella.

Pero hay evidencia —firme, verificable y local— que responde.Estudios recientes estiman que, por cada dólar invertido en investigación y desarrollo (I+D), los países pueden generar entre 2 y 7 dólares en retorno económico (OCDE, BID, Banco Mundial). En sectores estratégicos como salud, agricultura o tecnología, esta inversión no solo se recupera: se multiplica. Lo que se necesita no es más tiempo, sino más voluntad.

En Panamá, la inversión pública en I+D representa apenas el 0.18% del PIB. Esta cifra no solo nos deja rezagados frente a países como Uruguay (0.65%), Brasil (1.13%) o Corea del Sur (4.2%), sino que limita nuestra capacidad de producir conocimiento, innovación y soluciones propias. Y el problema no es solo financiero: es también estratégico. Porque un país que no invierte en conocimiento, inevitablemente, termina importando dependencia.

Ahora bien, ¿qué significa “retorno” cuando hablamos de ciencia? No se trata solo de crecimiento del PIB —aunque lo hay—. Se trata también de mejorar políticas públicas, reducir costos en salud con diagnósticos más tempranos, optimizar cultivos con tecnologías adaptadas al clima panameño, diseñar soluciones a nuestros problemas de movilidad, energía o educación. Se trata, en suma, de construir soberanía intelectual y capacidad nacional para decidir sobre nuestro futuro.

Una investigación reciente, que combina econometría con modelos avanzados y actuales de estadística —como el Elastic Net, que reduce y selecciona variables, y técnicas de validación bootstrap—, encontró que, de las variables evaluadas, la inversión en I+D, junto con la educación, son las que tienen mayor impacto positivo sobre el crecimiento económico de Panamá. Esto no es utopía: es evidencia científica y estadística. El efecto es moderado porque la inversión aún es baja, pero el potencial es evidente. Elevar progresivamente esa inversión hasta alcanzar el 1% del PIB podría transformar, de forma estructural, la economía panameña, fortaleciendo su base científica, tecnológica y productiva.

Además, invertir en I+D no es un gasto fijo: es una herramienta anticipatoria y anticrisis. Lo vimos con la pandemia. Los países que contaban con ecosistemas de investigación sólidos pudieron responder más rápido: con vacunas, con datos, con soluciones. En cambio, nosotros, aunque pudimos adoptar y adaptar intervenciones, tuvimos que esperar soluciones externas. ¿Queremos que eso vuelva a pasar?

No hay país desarrollado que lo sea sin una apuesta decidida por la ciencia. Pero tampoco hay país que haya prosperado recortando su capacidad de pensar. Y hoy, más que nunca, pensar estratégicamente es una urgencia. Necesitamos financiar el talento que ya tenemos, atraer el que se fue y formar el que aún no ha llegado.

Invertir en I+D no solo promueve el retorno sobre la inversión. Protege. Transforma. Asegura. Hace país.

El autor es estadístico e investigador.


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