La justicia juvenil en Panamá ha evolucionado hacia un enfoque restaurativo y centrado en la resocialización, reconociendo que muchos adolescentes en conflicto con la ley provienen de entornos vulnerables. Según datos del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas (ILANUD), alrededor del 49% de estos jóvenes proceden de hogares monoparentales, y muchos presentan rezago escolar y consumo problemático de sustancias.
Desde 2013, Panamá implementa el Modelo Integral de Atención —conocido como “Modelo Pacora”— que combina infraestructura adecuada con talleres socioeducativos, artísticos y psicosociales, lo que ha contribuido a reducir la reincidencia.
En este contexto, el trabajador social forense se torna un actor clave. Su rol consiste en tender puentes entre el sistema judicial y las realidades psicosociales del adolescente. Sus funciones incluyen:
Evaluación técnica y contextualización social: realiza visitas domiciliarias, entrevistas y elabora informes técnicos que fundamentan decisiones judiciales, asegurando que las sentencias respondan a un enfoque restaurativo.
Coordinación interinstitucional: articula esfuerzos con el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMELCF), el Ministerio de Gobierno y organismos de derechos humanos, promoviendo intervenciones integrales.
Acompañamiento psicosocial: supervisa y acompaña a los adolescentes en centros como Las Garzas o Pacora, integrándolos a programas deportivos o artísticos que fortalecen su bienestar y desarrollan habilidades para la vida.
El aporte de los trabajadores sociales forenses cobra especial relevancia en la implementación de programas de justicia juvenil restaurativa promovidos por el Ministerio de Gobierno y Unicef. Estas iniciativas no solo buscan sancionar, sino también reparar el daño, fomentar la responsabilidad y promover la reintegración familiar y comunitaria.
Arturo Suman, psicólogo, destaca que “resocializar... es un acompañamiento con fines terapéuticos, dirigido a la modificación de la conducta disfuncional y al restablecimiento de las redes de apoyo”. Esta definición resume la esencia del trabajo social forense: transformar conductas, reconstruir vínculos y fortalecer sistemas de apoyo.
El trabajador social forense aporta conocimiento del entorno social, evalúa riesgos y fortalezas, y garantiza que las medidas judiciales sean pertinentes, proporcionales y orientadas a la reinserción.
En un país donde superar las narrativas punitivas sigue siendo un reto, reconocer al trabajador social forense como actor principal del sistema penal juvenil es vital. Su función técnico-social no solo dignifica al adolescente, sino que también hace posible una justicia inteligente: aquella que sanciona desde la reparación y apuesta por la transformación, no por la exclusión.
Las autoras son trabajadoras sociales.


