Quien resulte ganador de las elecciones de mayo próximo en nuestro país, enfrentará un enorme reto en el plano económico. El nuevo gobierno asumirá funciones en medio de un entorno internacional complicado, con un escenario de tasas de interés que permanecerán altas buena parte del año y riesgo geopolítico elevado, tanto en el este de Europa como en el medio oriente.
A lo interno, la situación no es más favorable. La economía puede registrar en el 2024 el crecimiento más bajo de los últimos 30 años con excepción del 2020 por la pandemia del Covid-19. Este bajo crecimiento afectaría adversamente las finanzas públicas, con un riesgo elevado de perder el grado de inversión y requerimientos de repagos de compromisos crediticios durante el año por el orden de US$2.9 millones, derivado del continuo incremento del endeudamiento público.
Este endeudamiento aumentó con la pandemia, en donde se aprovechó la oportunidad de financiarse con recursos externos a bajos costos dado la disminución de las tasas de interés. Estos recursos fueron destinados mayoritariamente no solo a los necesarios servicios de salud, sino también transfiriendo recursos a la población, generando nuevos subsidios entre otros gastos, auxilios económicos incluidos, que no incrementaron la productividad de la economía, pero si el déficit fiscal.
De esta manera, el porcentaje de deuda pública bruta, con respecto al PIB pasó de un promedio de 35.9% entre los años 2010-2019 a cerca del 62% en el 2020, hay que indicar que este aumento en la relación también obedece a una disminución del 18.1% del PIB nominal en ese año. Hoy día esta relación se ubica cerca de 53%, menos parecido a la que lucen nuestros pares con grado de inversión como Perú con 34% y Chile con 41.2% y más parecida a Colombia (55.1%) que ya perdió su grado de inversión.
De hecho, el mercado percibe nuestros instrumentos como si ya no contase con grado de inverión. Al cierre de viernes pasado el diferencial de los bonos panameños vs los del tesoro norteamericano era de 286 puntos básicos, mientras que los de Perú y Chile eran de 170 y 133 puntos respectivamente. Como referencia podemos señalar que entre el 2010 y 2019, el riesgo país medido a través de este diferencial conocido como EMBI, fue de 169 puntos.
Esta percepción del mercado nos indica que, con alta probabilidad, el reciclaje de deuda durante el 2024 encarecerá su servicio, ya que se tendrán que pagar tasas de interés más altas, contribuyendo al aumento de los requerimientos de caja del país.
De cara a esta situación, los aspirantes a convertirse en nuevas autoridades gubernamentales tienen la responsabilidad de contar con un programa fiscal coherente, que implemente una reforma fiscal realista capaz de incrementar los ingresos sin asfixiar a los contribuyentes y aborde estructuralmente la causa raíz del endeudamiento, que no es más que el incremento del gasto público sin mejora en la productividad global de la economía, siendo esta una asignación adeudada desde hace más de 40 años.
El autor es financista.
