La seguridad del mundo y de sus habitantes se vuelve cuestionable cuando hay agresiones como la de la Federación Rusa (FR) a Ucrania, por su grave impacto directo e indirecto a nivel mundial.
Ello nos obliga a estar muy atentos a las alarmantes cifras que invierten los países en armarse militarmente. ¿Se trata de algo que debemos pasar por alto o estar muy atentos y, más importante aún, denunciarlo?
Lo que pareciera una carrera armamentista y los conflictos bélicos en aumento nos obligan a traer el tema a la mesa, a interesarnos y a arribar a nuestras propias conclusiones y emitir nuestra opinión al respecto.
La primera pregunta a hacernos es si se trata, en efecto, de una nueva carrera armamentista. ¿Cuál es su objetivo? ¿Qué impacto tendrá? ¿Para qué se arman los países, desde el más vulnerable hasta el más poderoso? ¿Debemos prepararnos?
La respuestas a estas interrogantes es un rotundo sí. Sí hay una carrera armamentista, una evidente competencia para desarrollar, adquirir y emplear armas cada vez más costosas, poderosas y sofisticadas.
Hay un incremento en la capacidad militar, como respuesta a los avances en la acumulación de arsenales militares de otros Estados. Es un juego geopolítico en el que cada actor intenta ser el más poderoso, con el fin de salvaguardar su seguridad e intereses; estar preparado ante cualquier amenaza, y disuadir ataques potenciales de otros.
El epítome de las carreras armamentistas ocurrió durante la Guerra Fría, - entre Estados Unidos y la Unión Soviética- por la adquisición y desarrollo de armas convencionales y nucleares. La carrera tenía como propósito la disuasión mutua ante la amenaza de uso de los poderosos arsenales de cada uno.
Según el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (Sipri), el gasto militar mundial experimentó un incremento del 3.7% en 2022, alcanzando la cifra de 2.24 billones de dólares, esto es aproximadamente el 2.2% del Producto Interno Bruto (PIB) global. En el informe, este aumento en el gasto militar se atribuye, en gran medida, a la invasión de Ucrania y a las tensiones en Asia Oriental.
En el caso específico de la FR, se estima que su gasto militar creció un 9.2% el año pasado, frisando los 6,400 millones de dólares, 4.1% de su PIB en 2022. El gasto militar de Ucrania alcanzó los 44,000 millones de dólares en 2022, 34% de su PIB. Este aumento de un 640% con respecto a 2021 constituye el incremento más significativo registrado en el gasto militar de un país en un solo año, según el Sipri.
Estados Unidos es el país que más gastó en defensa: el 3.5% de su PIB. Su gasto es tres veces más que el de China, segundo país en la lista, con un gasto que representa el 1.6% de su PIB.
En América Latina, Brasil fue el país líder en gasto militar, ocupando la posición número 17 a nivel mundial con 20,200 millones, el equivalente al 1.1% del PIB.
Hay un aumento del 60% en el presupuesto destinado a la modernización de los ejércitos a nivel global en lo que va de 2023.
La carrera armamentista es una creciente preocupación en el mundo en el que vivimos, ello aún más en una coyuntura internacional, en la que muchas sociedades experimentan con tensiones militares. La carrera armamentista es un fenómeno intemporal, de alcance global y de múltiples facetas: involucra a todas las regiones del mundo.
Abarca un sinnúmero de tipos y de sistemas de armas: convencionales, nucleares, sistemas de defensa antimisiles, armas cibernéticas, capacidades espaciales y hasta las armas biológicas.
La inversión de cantidades exorbitantes de dinero, plantea desafíos significativos que nos hacen cuestionarnos, sobre todo, los últimos sucesos derivados de la agresión no provocada de Moscú a Kiev .
El gasto masivo en armamentos desvía recursos de sectores claves como la educación, la salud, la vivienda y la promoción del desarrollo económico. La falta de atención a necesidades sociales plantea un permanente peligro para la paz mundial al agudizar situaciones de precariedad y de tensión social que inciden en la estabilidad de los países.
La carrera armamentista es un fenómeno que avanza y evoluciona muy rápido, influyendo de forma dañina en las relaciones internacionales y afectando la seguridad mundial. Son necesarias otras vías para asegurar la paz mundial que no incluyan crecientes arsenales bélicos y sí la atención a las necesidades humanas, para el bien y la salvaguarda del planeta y de nosotros, sus habitantes.
La autora es estudiante de cuarto año de relaciones internacionales de la Universidad de Panamá, egresada del LLAC 1.0 y 2.0 y miembro de Jóvenes Unidos por la Educación

