Exclusivo Suscriptores

La ciencia como inversión, no como gasto

En Panamá, hablar de invertir en ciencia y tecnología sigue generando miradas torcidas, como si se tratara de un lujo o de una ocurrencia de laboratorio. ¿Invertir en investigación científica y desarrollo tecnológico (I+D)? “No hay presupuesto”. “Eso no se ve reflejado en plata”. “Primero hay que resolver lo urgente”. Pero aquí va una verdad que incomoda: seguir tratando la ciencia como un gasto nos está costando el desarrollo.

La ciencia no es un gasto: es una palanca de crecimiento económico, competitividad y bienestar. En los países que lideran los rankings de desarrollo, la inversión en I+D no es residual, sino central. No se recorta, se prioriza. No se justifica, se exige. Porque han entendido que el conocimiento genera valor: nuevos productos, mejores servicios, empleos de calidad y soluciones sostenibles a problemas estructurales.

En cambio, Panamá invierte menos del 0.2% del PIB en I+D. Esa cifra nos ubica lejos de los estándares internacionales y refleja una decisión política clara: no estamos apostando en serio por el conocimiento. Y luego nos preguntamos por qué seguimos dependiendo de sectores extractivos, por qué la productividad está estancada, por qué importamos soluciones en lugar de crearlas.

Esta visión cortoplacista tiene un costo oculto: perdemos oportunidades de futuro. Cada vez que se aplaza una decisión de financiamiento a proyectos científicos, cada vez que se posterga una convocatoria, cada vez que se deja sin respuesta a un joven investigador, el país pierde una posibilidad de avanzar. No lo vemos hoy, pero lo sentiremos mañana: en economías más lentas, en respuestas más torpes frente a crisis sanitarias o climáticas, en sociedades más dependientes de la ciencia que hacen otros.

Lo peor es que hemos comprado la idea de que invertir en ciencia es opcional. Como si fuese un adorno en el presupuesto. Como si no estuviera ligado directamente al derecho a la salud, a la seguridad alimentaria, a la calidad educativa, a la innovación productiva. Como si no fuera una herramienta fundamental para reducir desigualdades.

Decir que no podemos permitirnos invertir en ciencia es como decir que no podemos permitirnos educar. Es una contradicción. Lo que no podemos permitirnos es seguir postergándolo. Porque cada decisión de no invertir hoy compromete las respuestas que necesitaremos mañana.

Es hora de asumir una mirada diferente. No se trata solo de asignar más presupuesto. Se trata de entender que ese presupuesto debe ser visto como una inversión de Estado: sostenida, planificada y alineada con una visión de país que cree en su talento y apuesta por el conocimiento como motor de transformación.

Panamá no está condenado a importar conocimiento. Tiene el potencial humano y técnico para generarlo. Pero ese potencial necesita condiciones. La ciencia necesita instituciones fuertes, investigación financiada, programas de formación continua y una narrativa política que deje de verla como gasto y la reconozca como lo que es: una inversión para el futuro. Porque ningún país ha prosperado recortando el conocimiento. Y el nuestro no será la excepción.

El autor es estadístico e investigador.


LAS MÁS LEÍDAS

  • Naviferias 2025: el IMA anuncia horarios y lugares del 15 al 19 de diciembre. Leer más
  • CSS anuncia pago de pensiones y bonos especiales a jubilados el 19 de diciembre. Leer más
  • Reprogramación de pagos del Ifarhu 2025: quiénes cobran este lunes 15 de diciembre. Leer más
  • Emiten alerta epidemiológica por aumento de influenza A en la región. Leer más
  • Gobierno anuncia acuerdo sobre salario mínimo: así quedarán algunas tasas por regiones. Leer más
  • Del poder a los tribunales: los casos que cercan a altos funcionarios del gobierno de Cortizo. Leer más
  • El rol de Ramón Carretero en el envío de petróleo venezolano a Cuba. Leer más