Durante años, los reportes de sostenibilidad han sido vistos como ejercicios técnicos, extensos y dirigidos a un público especializado. Sin embargo, en un mundo marcado por la hiperconectividad, la desconfianza en las instituciones y la urgencia de actuar frente a desafíos globales como el cambio climático, la desigualdad o la transformación digital, la forma de comunicar la sostenibilidad debe evolucionar.
No basta con cumplir con estándares como GRI o SASB. Hoy, la sostenibilidad también se juega en el terreno de la narrativa, la empatía y la conexión emocional. Un buen reporte de sostenibilidad ya no es solo un compendio de KPIs, sino una poderosa herramienta de reputación, de construcción de marca y de activación ciudadana.
El corazón de esta transformación está en el storytelling corporativo. Los reportes más efectivos son aquellos que cuentan una historia coherente, humana y alineada con el propósito de la organización. Una historia que tenga un contexto, un personaje, un conflicto, un desarrollo y una resolución. Y que, en lugar de ocultar los desafíos, los abrace con transparencia.
La sostenibilidad debe comunicarse como lo que es: un propósito por construir un mundo mejor, una causa, no un trámite. Por eso, ejemplos como el de Patagonia (con una narrativa de activismo ambiental) o Coldplay (que convirtió su reporte de emisiones en una experiencia interactiva y cultural) demuestran que es posible emocionar con datos, movilizar con historias y educar sin aburrir.
Otra lección clave es que no existe un único público ni un único canal. Lo que necesita saber un inversionista no es lo mismo que busca un joven consumidor o un periodista especializado. La segmentación por audiencias y la adaptación de formatos —desde dashboards interactivos hasta reels de Instagram o cápsulas de TikTok— son hoy tan importantes como los contenidos mismos.
El PDF ya no basta. El reporte debe vivir en micrositios, correos personalizados, podcasts, foros, medios aliados, apps, packaging, tiendas, y hasta regalos corporativos. Cada punto de contacto puede ser un portal hacia la sostenibilidad si se cuenta bien la historia.
Las organizaciones que comunican mejor no solo muestran sus resultados, sino que logran que las personas comprendan, se identifiquen y actúen. Por eso, tan importante como medir toneladas de CO2 ahorradas o millones invertidos, es medir la comprensión, la emoción y la credibilidad que genera el reporte.
Humanizar los datos, usar testimonios, integrar voces reales de colaboradores, aliados o comunidades y mantener un lenguaje claro y accesible son prácticas que ya no son diferenciales, sino esenciales.
Una comunicación estratégica del reporte implica verlo como una plataforma viva, no como un hito anual. Lanzarlo no es el final, sino el inicio de una conversación continua con los públicos clave. Y en esa conversación, el liderazgo, la coherencia, la creatividad y la escucha son tan importantes como el cumplimiento técnico.
Porque la sostenibilidad no solo debe hacerse bien. También debe saberse contar.
El autor es fundador de Semiotik.

