“36. Detrás de la mentira se esconde la verdad.
Patología de la corrupción.
40. Puede fingir y engañar a los demás, pero no a sí mismo.
Patología descriptiva de la hipocresía".
Andares.
Inicio este escrito con dos “andares” de mi ensayo inédito Andares. La traumática situación de corrupción que vive el país me anima a reproducir algunas reflexiones hechas anteriormente al respecto. Empiezo con la definición de cleptocracia: sistema de gobierno en el que prima el interés por el enriquecimiento propio a costa de los bienes públicos.
Tales de Mileto definió la crematística como “el arte de hacerse rico”. Por su parte, Aristóteles sostuvo que “hay peligro de que la crematística comercial pueda emplearse para convertir en moneda todo lo que toca”. Para él, la acumulación de dinero en sí misma es una actividad contra la naturaleza y deshumaniza a quienes se dedican a ella.
Los panameños estamos inmersos en esa problemática del becerro de oro, identificada con su nombre de pila: corrupción. Escribo con tristeza, enojo y frustración, porque creímos que todo sería diferente en la Segunda República: sin enclave, sin soldados ni bases extranjeras y con el Canal nuestro. Por eso luchamos. La corrupción es un mal endémico, nacional, individual y de clases sociales. El Estado republicano panameño ha sido y es cleptocrático. Ojalá no fuera así. Pero así es. Los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) están carcomidos por escándalos de corrupción. El que considero cuarto poder, la fuerza pública —llámese policía o como se llame “siempre que tenga las armas en sus manos”—, también es objeto de corrupción.
Se dirá que no todo el mundo es corrupto. Estoy de acuerdo. Escribo en función de la corrupción que hay, no de la que no hay. Ni hablar de la corrupción en el sector empresarial. También con sus excepciones, pero tan grande como la gubernamental. Ambos, gobierno y empresarios, hacen de la sociedad y su gente un gran mercado de subastas, donde todo se vende y se compra.
Decía Mario Benedetti: “Vivimos no solo la globalización de la economía, sino también de la vulgaridad y la corrupción”. Solo avanzaremos en el combate a la corrupción si acabamos con la impunidad en todos sus niveles. Este es mi país y no está en venta, como canta alguien por ahí. Necesita acabar con la cleptocracia. Sea.
El autor es profesor de filosofía.
