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Geopolítica

La doctrina Donroe

En 1823, el presidente de Estados Unidos, James Monroe, enunció lo que se conoce como la Doctrina Monroe, en la cual anunciaba que cualquier intento de agresión o intervención de potencias extranjeras en el hemisferio occidental —entiéndase América del Sur— sería tomado como un acto hostil contra Estados Unidos.

Esta doctrina surgió poco después de la independencia de la mayoría de las colonias que España y otras naciones aún mantenían en América. Curiosamente, en ese tiempo el país norteamericano no poseía el poderío militar para contrarrestar a las potencias europeas; sin embargo, delineaba lo que sería, en el futuro, su principal zona de influencia. Esta doctrina sería invocada en múltiples ocasiones durante las intervenciones del siglo XX en países como Nicaragua, Haití y Honduras, entre otros.

En estos días se publicó un artículo en The New York Times, firmado por Jack Nicas, titulado: “La Doctrina Donroe: el intento de Trump de controlar el hemisferio occidental”. El texto alega que, por primera vez en muchas décadas, este hemisferio se ha convertido en prioridad para la política exterior estadounidense, utilizando tarifas, amenazas a los líderes que no se alineen con su política, sanciones y presiones diplomáticas.

El término Donroe Doctrine apareció por primera vez en una portada del New York Post. El secretario de Defensa del gobierno de Trump, Pete Hegseth —quien ya ha visitado Panamá— declaró que “el hemisferio occidental es la barriada de Estados Unidos, y la vamos a proteger”.

Pero ¿en qué consiste realmente esta doctrina? Yo diría que no es ideológica, sino simplemente pragmática: ayudar a las naciones que se conviertan en aliadas del gobierno de Trump e iniciar sanciones contra aquellas que se le oponen. Ejemplos sobran: la ayuda de 20 mil millones en garantías del Tesoro estadounidense al gobierno derechista y reformador de Javier Milei en Argentina (quien compró bonos argentinos pudo obtener ganancias considerables); los tratados comerciales con Guatemala, El Salvador y Ecuador; tarifas del 50% a Brasil después de que su justicia declarara culpable a su aliado Jair Bolsonaro, entre otros. Recordemos que el gobierno de Trump está rodeado de halcones como Marco Rubio, su secretario de Estado, decidido a no dar concesiones a regímenes como los de Venezuela, Nicaragua y Cuba.

La Doctrina Donroe divide el mundo en hemisferios o zonas de influencia repartidas entre China, Rusia y Estados Unidos. De allí que busque contrarrestar, en primer término, la influencia china en nuestro continente. ¿Recuerdan lo que dijo Trump —apenas tomó posesión— sobre que China controlaba el Canal de Panamá? Venezuela es otro punto clave de contención. Trump ha demonizado a Nicolás Maduro, a quien acusa de liderar el llamado cartel de los Soles, por el cual ofrece una recompensa de 50 millones de dólares.

Hacía décadas que no se desplegaba tanto poderío naval en el Caribe. Hace poco arribó cerca de las costas venezolanas el USS Gerald Ford, el portaaviones más grande del arsenal estadounidense. Supuestamente viene a combatir a los carteles de la droga, como el Tren de Aragua y el cartel de los Soles; ya se han destruido 21 embarcaciones, la mayoría simples botes. Sin embargo, a mi juicio, el objetivo real es forzar la salida de Maduro y acabar con el régimen chavista que por más de dos décadas ha estrangulado a Venezuela. El país no tiene un gobierno legítimo; Maduro fue derrotado ampliamente en las pasadas elecciones. Aislado internacionalmente, apenas cuenta con el apoyo de Rusia, China e Irán.

Los halcones de Trump abogan por una intervención armada limitada —bombardear cuarteles, pistas aéreas, etc.—, mientras otros temen convertir a Venezuela en otra Libia o Afganistán: fragmentada, dominada por facciones y carteles.

La Doctrina Donroe desconfía de organismos como Naciones Unidas. Ha recortado en mil millones de dólares la ayuda estadounidense y se retiró del Consejo de Derechos Humanos. Como afirma la periodista Mara Hvistendahl, esto es lamentable, pues, según ella, el vacío lo está ocupando China.

Para concluir, ¿cómo decidirá Trump qué acción tomar contra el régimen de Maduro? Eso me recuerda unos versos del gran Rubén Darío sobre una espada enterrada en un cuerpo: “si me la dejas, me mata; si me la quitas, me muero”. Con semejante despliegue militar, ¿simplemente se retirará si no hay un acuerdo? No lo creo; quedaría como lo que los chinos llaman “un tigre de papel”.

El autor es internacionalista.


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