La llama de esperanza de toda nación se enciende con la educación. Es el orgullo de lo cual pueden jactarse los gobernantes, pues cuando en sus ciudadanos se cosecha conocimiento, cultura, investigación, desarrollo científico y social, el único destino por el que el país va es el que se recorre por el camino correcto de la vida.
Se puede entender de este modo que tal responsabilidad debe reposar sobre los hombros de hombres y mujeres dispuestos a entregar de sí todas sus habilidades y competencias que las tiernas mentes requieren con urgencia.
Este nivel de compromiso solo puede compararse con el minucioso trabajo de un cirujano, aunque el trabajo de un educador trasciende vidas, pues, aunque un médico puede salvarla, los docentes pueden salvar generaciones. De igual modo, podríamos comparar la importancia de su quehacer profesional con la de un arquitecto; no obstante, aunque este importante profesional puede construir edificios magníficos llenos de poder y presencia, el maestro construye sueños que inundan de optimismo ante cualquier adversidad.
También pudiese comprender que la labor de un ingeniero merece tal comparación con la del docente; sin embargo, quizás el ingeniero puede construir puentes y obras espléndidas, el profesor con su dedicación y pasión por el saber construye puentes hacia el conocimiento que le dan a sus alumnos las herramientas necesarias para enfrentar la vida con confianza y valor.
Si bien, quizá, se eleva a dimensiones más allá de la lógica, la labor docente, no es menos razonable suponer y aceptar que ningún país puede tener la certeza de tener un crecimiento social si sus políticas estatales no se sostienen sobre el pilar de la educación.
Por lo anterior, quienes tejen el hilo del desarrollo saben que si no entrelazan con sentido común los hilos educativos, el país no tiene un futuro esperanzador ni mucho menos prometedor.
Panamá merece una educación que responda con eficiencia a los retos sociales, que contribuya a fortalecer quehacer científico desvelando nuevos descubrimientos y que fortalezca la cultura relatando nuestras costumbres e idiosincrasia, así como el sentido de pertenencia y compromiso por querer un mejor país para todos.
El autor es docente y estudiante de derecho.
