El Estado panameño a través de su artículo 90 de la Constitución Nacional, garantiza la libertad de la enseñanza. También se reconoce el derecho de crear centros de enseñanza particular en la misma línea de la libertad educativa y como forma de apoyo a la gestión estatal en este aspecto.
El Estado panameño puede intervenir en los centros educativos particulares “para que se cumpla con los fines nacionales trazados por este” añade el artículo antes mencionado. Los primeros centros educativos en un comienzo fueron en su mayoría de orientación religiosa y regentados por diversas órdenes de la iglesia católica. De hecho, la segunda universidad creada en el istmo aparte de la estatal fue precisamente la Universidad Santamaría la Antigua que respondía a los preceptos en mención. No hay que soslayar que estos centros funcionaron con una clara orientación ideológica y con una férrea organización administrativa lo que ocasionó en su momento una gran demanda de las clases altas y medias.
Muchos de estos centros continúan funcionando en la actualidad con los mismos paradigmas religiosos y con una filosofía pedagógica “per se”. Sin embargo, en las últimas tres décadas, han ido proliferando en Panamá un sinnúmero de centros educativos particulares y de universidades que realmente se orientan en un claro fin de lucro sin importarles la parte formativa de los estudiantes.
Algunas de estas “escuelas privadas” tienen un agresivo plan de mercadeo donde ofrecen multiplicidad de bachilleratos y con una supuesta excelencia educativa lo que en el fondo, si realizamos una minuciosa investigación, se traduce en una publicidad realmente engañosa.
Una visita a muchos de estos centros particulares nos revela que hay una ausencia de espacios adecuados para que los estudiantes puedan desarrollar sus quehaceres intelectuales. Los salones son pequeños, sin buena ventilación y encima con una sobrepoblación escolar. Sus estructuras carecen de un mantenimiento efectivo y no poseen las medidas de seguridad que se requiere para un centro escolar.
Los docentes en estos centros, son contratados por jornadas de tiempo completo y parcial ganando salarios irrisorios que no se ajustan a los designados por el Ministerio de Educación. ¿Cómo es posible que a un docente se le exijan 40 horas a la semana de clases, impartiendo diferentes cátedras por solo 300 balboas? Esto es realmente insólito y una falta de respeto hacia la formación profesional docente.
En otros centros particulares se trata a los docentes como si fueran obreros de inicios de la revolución industrial. No se reconoce su derecho a la permanencia lo que viola el principio universal de seguridad laboral. Hace algunas semanas en un colegio particular de la localidad fueron cesados más de 16 docentes nuevos para volverlos a recontratar.
La consigna es que nadie que sea realmente fiel a la directiva puede durar más de dos años en el colegio. La pregunta es quien en el Ministerio de Educación supervisa esta situación? En muchos colegios incluso religiosos se mantiene al docente vigilado utilizando el servicio de “Corabolambones” como si fuera un campo de concentración inclusive a su propio personal directivo. Se les premia o castiga con un aumento o bono navideño de acuerdo a su “desempeño” como si fueran empleados de maquiladoras. Muchos de los dueños o directivos de estas escuelas ni siquiera son docentes ni panameños y no tienen la más mínima orientación pedagógica. Son empresarios que buscan llenar sus bolsillos a expensas de una supuesta formación integral. Son mercaderes que lucran con la actividad educativa: A mayor matrícula, mayor ganancia”. O sea que hay que atraer a los alumnos de la mejor forma posible incluso inventado servicios que no son de primera línea.
Otorgar permisos a cualquier sociedad anónima para que funde escuelas por doquier sin un plan serio de capacitación y formación tanto a docentes como a estudiantes no es contribuir con la libertad de enseñanza sino con la deformación académica de los estudiantes.
Se supone que el Ministerio de Educación posee un cuerpo de supervisores para monitorear estos centros de manera periódica pero las grandes interrogantes son ¿Cada que tiempo se aparecen por esas escuelas? Y si se aparecen ¿Tendrán la visión y el perfil de investigadores para percatarse de los problemas académicos y laborales de estos centros?
Hoy día, muchas escuelas públicas poseen mejores condiciones físicas que los centros particulares, aparte de que cuentan con la ventaja de un presupuesto y subsidio estatal asignados de antemano. Sin embargo, por múltiples razones se ha vendido la idea de que en materia educativa lo privado es mejor que lo público lo que pareciera ser una especie de mito urbano. La acelerada proliferación de “escuelitas privadas” donde se promociona la “facilidad” de obtener un título con el menor esfuerzo, ha debilitado a escuelas de tradición como la nocturna oficial que ha visto reducida su matrícula de forma significativa.
El Ministerio de Educación, debe ser más cuidadoso a la hora de otorgar permisos y supervisar de manera efectiva a muchos de estos centros escolares. ¿Para qué existe el equipo de supervisión escolar a escuelas particulares? La escuela no es una fábrica de productos enlatados. Son espacios de formación y aprendizaje, por tal motivo, la administración del tiempo, la relación laboral y la mística educativa deben ser distintas.
Se da el caso de algunas escuelas donde se trata de intimidar al docente diciéndoles que en el centro hay “ojos y oídos por todos lados”. ¿Es esta expresión contribuyente a un clima de confianza y distensión en el centro educativo? Las escuelas particulares que solo buscan el lucro y no cumplan con los fines educativos por las cuales se crearon, sencillamente deben cerrar sus puertas.
El autor es sociólogo y docente.

