La Franja de Gaza en su laberinto



Como estudioso de las relaciones internacionales y creyente de que la conducta de los Estados en sus relaciones con otros Estados debe apegarse a las normas internacionales aprobadas, observo con mucho pesar y tristeza lo que está ocurriendo en la franja de Gaza y los efectos terribles en su población.

Anticipo que muchos se opondrán a mis comentarios, que he procurado construir con pensamiento crítico para ser lo más objetivo posible. Quizás por ser crítico con el gobierno de Israel, no su pueblo, me cuestionarán acusándome de ser antisemita (al mejor estilo de la “noche de los cristales rotos” de noviembre de 1938 en la Alemania nazi contra los negocios judíos), una afirmación incorrecta y equivocada. Simplemente soy un ser humano.

Lo que he leído sobre el Holocausto y los campos de exterminio, donde 6 millones de judíos fueron asesinados en la Alemania de Hitler durante la II Guerra Mundial, ha creado en mí una solidaridad con el pueblo judío. Ahora observo que, de alguna forma, en circunstancias de tiempo y espacio diferentes, se repite lo que vivieron en ese triste episodio del siglo XX. Bien reza el dicho que la historia se repite en espiral.

No hay justificación alguna que explique la matanza de inocentes gazatíes. Más de 32,000 palestinos muertos en Gaza frente a 1,200 judíos asesinados por HAMAS el 7 de octubre de 2023 es desproporcionado e inaudito. Sonará altisonante para los dirigentes de Israel, pero es un genocidio.

Así como hay miles de bajas de vidas inocentes debido a las bombas y misiles, la hambruna está afectando al 85% de la población de la Franja de Gaza, donde viven 2.3 millones de habitantes apiñados en una superficie de 365 km². El corte de luz y el impedimento de acceso a combustible, alimentos y materiales sanitarios es una nueva arma de guerra contra Hamás, sin pensar que la población es la que sufre.

El derecho internacional humanitario pierde su conceptualización al no impedir los efectos del ataque israelí sobre las infraestructuras de salud y medios de transporte como las ambulancias y el personal de enfermería y médicos destinados a la protección de personas no combatientes, no partes de Hamás, que es el objetivo de Israel, desconociendo los medios y métodos de hacer la guerra en ese territorio.

En esto no se excluye a Hamás, que se aprovecha de esta circunstancia para lanzar misiles contra Israel, quedando en el medio la población de Gaza frente a la represalia de Israel que se ve en el conflicto desde el 7 de octubre.

¿Y qué podemos decir del rol de la Organización de Naciones Unidas en este conflicto? Hagamos referencia a lo que ofrecen autores como Rosenau y Beck, que caracterizan a nuestra época como “neomedieval”, considerando la coexistencia de una variada gama de actores de diversa consideración, influencia e intereses, de manera que en lugar de un orden lo que tendríamos es un “desorden”.

La ONU ya ha entrado en un periodo de obsolescencia que requiere profundas reformas.

El autor es licenciado en relaciones internacionales.


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