El idioma español, tal como lo conocemos en el presente, es producto de constantes modificaciones y, sobre todo, de los aportes de sus hablantes en diversas épocas y lugares. Es la segunda lengua más importante del mundo, al conservar alrededor de 400 millones de hablantes nativos. En Panamá, el español es una variante que demuestra la identidad histórica y cultural de nuestro Istmo.
El español panameño tiene sus orígenes el 10 de octubre de 1502, fecha que marca la llegada de Cristóbal Colón a tierras istmeñas. Este punto de inflexión en nuestra historia permitió el intercambio cultural a través de diversas modalidades. La necesidad inherente de comunicar se convirtió en un proyecto que abrió horizontes y fronteras entre españoles e indígenas, lo que perpetuó al castellano como una herencia invaluable en nuestra identidad.
Analicemos ¿cuál es la participación de los jóvenes en la protección de tan importante legado? Aun cuando nos encontramos en una era digital que se caracteriza por la presión de la comunicación instantánea, se sigue aspirando a una juventud que aporte al resguardo de sus bienes lingüísticos y que innove en el uso del idioma. Ejemplo de ello son los diversos proyectos del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana (LLAC), creados y dirigidos por jóvenes y para jóvenes. Estos proyectos han integrado los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en 2015 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En el LLAC, los jóvenes desarrollamos las capacidades necesarias para la efectividad del proceso comunicativo. Asimismo, nos instan, a través de este portal de incidencia, a la práctica de una lectura comprensiva y al respeto de las normas establecidas por las autoridades que rigen el correcto uso del idioma.
Sin embargo, encontramos un statu quo negativo que afecta el cumplimiento del ODS 4 (Educación de calidad) y, ante todo, determina la realidad de nuestro sistema educativo. Según el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), en 2018, Panamá ocupa la posición 71 en lectura. Sólo el 35% de los estudiantes que participaron, alcanzaron el nivel mínimo establecido por el ODS 4. Es aún más preocupante la situación en las escuelas rurales e indígenas donde sólo el 4.1% de los jóvenes, entre 14 y 16 años, lograron obtener el puntaje mínimo requerido. Los resultados antes presentados evidencian las carencias y la falta de equiparación de oportunidades. A pesar de este sombrío escenario, nos muestra las rutas que debemos seguir para corregir el rumbo de los jóvenes que son el sujeto y objeto del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Nuestros sistemas culturales deben enfocarse, en esencia, en la enseñanza del idioma español y en la comprensión lectora, piezas estratégicas para una formación sólida en cualquier campo del saber. El joven, así como cualquier usuario del idioma, debe aspirar al aprendizaje de reglas básicas que permitan disfrutar de las aperturas que nos ofrece la lengua. Algunos consejos incluyen comunicarnos con claridad y coherencia; evitar el uso de extranjerismos; respetar las normas de puntuación y acentuación; no descuidar el orden lógico de la oración; revisar y corregir el mensaje que deseamos informar; y utilizar los códigos auxiliares- gestos, entonación-. Sólo son algunas de las herramientas establecidas por la Real Academia Española de la Lengua (RAE). Estas herramientas nos ayudarán en la ardua labor de preservar el legado vivo de la lengua, que evoluciona para estar al servicio del hablante, tanto en su forma escrita como oral.
Los jóvenes somos un pilar fundamental para la difusión y para la participación del uso correcto del idioma español. Independientemente del contexto o situación, el deber fundamental de todo hablante es proteger su heredad. Hoy, Panamá goza de una lengua que sigue en evolución y crecimiento Hemos sido testigos de grandes acontecimientos. El español panameño es uno de ellos. Al ser la juventud parte de la columna vertebral de la sociedad, debemos cuidar y proteger el idioma que nos ayuda a expresar, a través de la escritura y de la oralidad, ideas y pensamientos para el beneficio común e individual. El manco del Lepanto, el inmortal Miguel de Cervantes Saavedra, quien deja su legado como uno de los máximos expositores de la lengua española, sentenció con esta frase de plena vigencia: “La pluma es la lengua del pensamiento”.
La autora es egresada del LLAC 2021

