El 21 de octubre se celebró el Día Mundial de la Iluminación, fecha que recuerda el hito histórico de 1879, cuando Thomas Edison consiguió mantener encendida de forma continua una bombilla incandescente. Más que un simple símbolo de innovación tecnológica, la fecha invita a reflexionar sobre la evolución de la iluminación y sus impactos ambientales.
Después de las lámparas incandescentes llegaron las fluorescentes, aún presentes en muchos hogares, empresas, hospitales y espacios públicos, incluso con el crecimiento de las lámparas LED en el mercado. Este escenario genera una alerta importante: el mercurio presente en los fluorescentes requiere especial atención en su eliminación. La modernidad de la luz debe ir de la mano con la responsabilidad ambiental.
En este contexto, la Misión Mercurio Cero refuerza su trabajo a favor de la recolección y disposición ambientalmente adecuada de lámparas fluorescentes en todo el país, evitando que el mercurio contenido en estos residuos —una sustancia altamente tóxica— amenace la salud de las personas y los ecosistemas. Al habilitar la logística inversa, a través de un grupo de empresas de servicios ambientales, se transforma un desafío ambiental en una oportunidad concreta para la sostenibilidad.
La eliminación incorrecta de lámparas fluorescentes y otros desechos de iluminación plantea riesgos de contaminación del suelo, el agua y la salud humana. Aunque ya se han recolectado más de 300 mil lámparas, el volumen sigue siendo insuficiente. Cada tubo o bombilla desechada de forma irregular refuerza la urgente necesidad de responsabilidad individual y colectiva para minimizar el impacto negativo en el medio ambiente.
El Día Mundial de la Iluminación es una oportunidad para recordar que la eliminación correcta de las lámparas fluorescentes es solo una parte del compromiso ambiental. El verdadero desafío es la conciencia de la población, las autoridades y las empresas, que deben poner a disposición espacios para el almacenamiento temporal de estos residuos. Dado el aumento de nuevos desechos, también es fundamental mantenerse al día con las tecnologías emergentes, como las lámparas LED, e incluirlas en los sistemas de logística inversa, ya que forman parte de los desechos electrónicos.
Además de la operación de logística inversa, la Misión Mercurio Cero desarrolla acciones de sensibilización ambiental y campañas educativas en escuelas y universidades que refuerzan la importancia de la correcta disposición de estos residuos. La propuesta es sembrar conciencia ambiental desde la niñez y promover prácticas sostenibles en toda la sociedad.
Actualmente, la Misión Mercurio Cero cuenta con más de 100 empresas asociadas en Panamá, entre ellas supermercados, hospitales, la Biblioteca Nacional, empresas cementeras, concesionarias y generadoras de energía.
El Día Mundial de la Iluminación también se conecta con temas destacados de la agenda global, como el cambio climático y la economía circular, que estarán en discusión durante la COP30 sobre Cambio Climático en Belém, Brasil. Esta fecha representa una oportunidad para reforzar la responsabilidad compartida entre la industria, el comercio, los consumidores y las autoridades.
Sobre la Misión Mercurio Cero
Desde 2012, la Misión Mercurio Cero ha desempeñado el papel de entidad gestora de la logística inversa de lámparas que contienen mercurio en Panamá. Coordina la recolección, transporte y eliminación segura en asociación con empresas certificadas por el Ministerio de Salud, punto focal del Convenio de Minamata de las Naciones Unidas. Además, promueve la educación ambiental, la producción de conocimiento y la sensibilización ciudadana. Ha sido reconocida con el Premio Nacional de Producción Más Limpia (2013) y el galardón internacional “Héroes de Género” (2015).
Desde el inicio de sus operaciones, ha recolectado más de 300 mil lámparas fluorescentes y toneladas de otros residuos eléctricos, contribuyendo a una gestión más limpia y responsable.
El autor es ecologista y empresario verde.
