La paradoja de Protágoras es un problema lógico que se remonta a la antigua Grecia. Se cuenta que el famoso sofista Protágoras le enseñó leyes a un discípulo con la condición de que este le pagaría cuando ganara su primer caso. El alumno culminó su educación, pero con el tiempo Protágoras notó que no hacía ningún esfuerzo por conseguir clientes. Al ver que no recibía pago, decidió demandarlo, argumentando que, si ganaba el juicio, su alumno tendría que pagarle, y si lo perdía, también, pues ello significaría que el alumno habría ganado su primer caso.
El discípulo, por su parte, sostuvo que si ganaba el juicio no tendría que pagar nada por decisión del tribunal; y si perdía, tampoco, porque aún no habría ganado su primer caso. La cuestión es: ¿quién tiene la razón?
Actualmente, en Panamá vivimos situaciones similares, verdaderas paradojas que logran eclipsar la solidez de los hechos y representan un peligro para el ciudadano común, quien puede terminar creyendo en versiones distorsionadas de la realidad, sustentadas en falacias argumentativas.
Un primer ejemplo es el proyecto de ley anticorrupción presentado por el procurador Gómez en la Asamblea. La propuesta busca agilizar la acreditación de delitos de corrupción por parte del Ministerio Público sin depender de la llegada tardía de auditorías de la Contraloría. A esto se opone el contralor Flores por supuestas razones constitucionales, y se suma ahora el presidente Mulino, quien en su conferencia semanal pidió al procurador Gómez retirar la propuesta “porque a él tampoco le gusta”. Tal parece que, para el presidente Mulino y el contralor Flores, no es suficiente el eficaz trabajo de freno que ejerce a placer el diputado Camacho en la Comisión de Gobierno.
Otro ejemplo patético es el de la Corte Suprema de Justicia, que no solo tiene la controvertida facultad “legal” de fijar sus propios salarios y jubilaciones, sino que además debe pronunciarse sobre el cumplimiento de un fallo que ella misma emitió en 2021. El caso surge por un recurso que acusa al Ministerio de Economía y Finanzas de desacato por recortarle $43 millones al presupuesto solicitado por el Órgano Judicial para 2026. “A la reja”, diría el Tremendo Juez de la Tremenda Corte.
La cereza del pastel la pone la postulación a la primera vicepresidencia del CEN del PRD, hecha desde la cárcel de Tinajitas, por Bernardo Meneses. La Fiscalía Anticorrupción lo acusa de enriquecimiento injustificado por $419,331 cuando fue director del Ifarhu. “Todos somos inocentes hasta que se pruebe lo contrario”, advirtió su abogada a los medios, cual nueva discípula de Protágoras. Como ya es costumbre, en Panamá “la casa pierde y se ríe”.
Y no es el único caso: otros candidatos buscan también el fuero electoral en circunstancias parecidas, incluso condenados, como aquel prófugo “de vacaciones en Colombia” que fue escoltado y recibido con honores por la embajada panameña. Cabe esperar que el Tribunal Electoral tome nota y proponga reformas al Código Electoral que regulen estas situaciones en futuras elecciones.
Finalmente, otra paradoja digna de Protágoras es la declaración del ministro de Comercio e Industrias, Julio Moltó, sobre el tema minero. Aseguró que la conformación reciente del panel de arbitraje “no significa” que la empresa minera piense reactivar demandas contra el Estado panameño. Su inusual seguridad solo puede deberse a dos escenarios: o el gobierno de Mulino planea devolverle a First Quantum los derechos de reapertura y operación, y los panameños seremos los últimos en enterarnos; o, por las dudas, la empresa le ha puesto al gobierno una “pistola en la sien”, al mejor estilo del Lejano Oeste.
Con paradojas como estas, sin duda, conviene consultar a Protágoras.
El autor es pintor y escritor.

