La carga económica de la enfermedad en Panamá
Un reciente artículo de La Prensa reveló —según un estudio citado— que familias panameñas destinan hasta el 36% de sus ingresos para costear insulina para niños con diabetes tipo 1. Esta situación expone un problema estructural: desigualdad y prioridades equivocadas. Panamá muestra buenos indicadores macroeconómicos, pero castiga a quienes enferman, empujándolos al endeudamiento o a la resignación.
1. El gasto que empobrece
El gasto de bolsillo, conocido como out-of-pocket expenditure (OOP), es la cantidad que los hogares deben pagar directamente cuando el sistema público o la seguridad social no cubren los servicios, medicamentos o insumos necesarios.
El estudio citado debió estremecer al país: ese 36% del ingreso familiar destinado a salud es solo la punta del iceberg de un problema que ni el gobierno ni la sociedad parecen querer ver. La cifra sobrepasa ampliamente los estándares internacionales que definen el llamado “gasto catastrófico”.
Aunque Panamá carece de estadísticas actualizadas en esta materia, se estima que el gasto de bolsillo representa el 37.3% del gasto sanitario nacional, uno de los porcentajes más altos de América Latina. Esto refleja que las familias asumen buena parte del costo de un sistema de salud insuficiente.
2. Un país en zona de riesgo catastrófico
El nivel de gasto de bolsillo mide la equidad en salud:
Menos del 20% indica estabilidad.
Entre 20% y 30%, alto riesgo de desigualdad.
Más del 30%, situación catastrófica.
Panamá, con 37.3%, se encuentra en zona crítica. En contraste, países como Uruguay, Canadá, Costa Rica y España mantienen niveles bajos gracias a sus sistemas integrados y universales. En Panamá, la fragmentación institucional obliga a muchos ciudadanos a pagar su atención médica, aumentando el riesgo de pobreza.
3. Enfermedades que arruinan hogares
La diabetes es solo una muestra. Enfermedades como hipertensión, cáncer, insuficiencia renal, asma y epilepsia generan gastos mensuales que sobrepasan la capacidad de muchas familias. La falta de cobertura pública, los altos costos de tratamientos y la escasez de medicamentos esenciales obligan a miles de hogares a desembolsar sumas insostenibles, transformando la enfermedad en una carga económica devastadora.
4. La otra cara de las prioridades: presupuesto estatal y salud pública
La crisis sanitaria se agrava porque el Estado prioriza gastos no esenciales sobre la salud pública. Mientras hay médicos internos sin nombrar, los recursos se destinan a villas diplomáticas, aviones militares y planillas políticas. La corrupción y el despilfarro siguen erosionando la confianza ciudadana y perjudicando a miles de panameños.
5. Lecciones de modelos exitosos: integración, transparencia y prevención
Sistemas públicos sólidos han logrado reducir el gasto de bolsillo sin aumentar el presupuesto total. Canadá mantiene este gasto en torno al 15%, con acceso garantizado a servicios esenciales. En España, el sistema universal regula el copago y el gasto directo por hogar no supera el 20%. Estos modelos demuestran que una planificación coherente y transparente protege a la población, mientras la improvisación genera vulnerabilidad financiera y sanitaria.
6. Las consecuencias de un gasto de bolsillo elevado
El alto gasto de bolsillo no solo es un problema económico, sino una causa directa de pobreza y exclusión social. Estudios —incluidos los realizados en Panamá— muestran que los hogares vulnerables destinan una parte significativa de sus ingresos a tratamientos y medicamentos, reduciendo recursos para educación, vivienda o alimentación.
Muchos pacientes interrumpen terapias crónicas por falta de dinero, lo que provoca complicaciones evitables y aumenta las hospitalizaciones. Así, el Estado termina pagando más por su ineficiencia.
La confianza en las instituciones públicas también se erosiona, pues quienes pueden costean atención privada, mientras el resto queda desprotegido. Según la OPS, los países con más del 30% de gasto de bolsillo presentan mayores tasas de empobrecimiento sanitario. Panamá pertenece a ese grupo y necesita urgentemente reforzar el financiamiento público y reducir la carga familiar.
7. La esperanza posible
Mejorar la salud en Panamá requiere coordinar compras y financiamiento entre el MINSA y la CSS, fortalecer la atención primaria y garantizar el acceso continuo a medicamentos. Es esencial asignar recursos de manera equitativa, lejos de influencias políticas o corrupción. Solo así podremos construir un sistema justo, eficiente y sostenible.
Conclusión
Un reflejo moral del Estado y sus prioridades
El reportaje de La Prensa evidenció que la salud pública no es una prioridad estatal. Mientras se gastan recursos en privilegios y poder, miles de ciudadanos enfrentan pobreza por no poder costear insulina. Es el reflejo de un Estado desconectado de las necesidades reales de su gente.
El gasto de bolsillo: espejo de la sociedad
El gasto de bolsillo revela la calidad moral y social de un país. Si Panamá no prioriza la salud pública y la lucha contra la desigualdad, seguirá acumulando hospitales nuevos, pero con ciudadanos enfermos, endeudados y sin esperanza. Resolverlo exige conciencia social, decisiones políticas valientes y un compromiso genuino con el bienestar colectivo.
El autor es neurocirujano y analista de políticas públicas.

