La Revolución de IA está llegando a America Latina. ¿Está la región preparada?

La Revolución de IA está llegando a America Latina. ¿Está la región preparada?


El desarrollo de la inteligencia artificial (IA) alberga un inmenso potencial para la innovación en todos los sectores económicos del mundo. Pero esta tecnología plantea tantos desafíos como oportunidades, y en América Latina hemos visto surgir un mosaico de enfoques normativos e institucionales en varios países, lejos de una estrategia regional coherente. Dado el potencial de la IA, tanto para ayudar como para obstaculizar a los gobiernos en el fortalecimiento de las instituciones democráticas, será fundamental establecer e implementar una estrategia para las Américas que priorice los principios democráticos y la protección en los próximos años.

Países de toda América Latina ya están explorando los beneficios que pueden aportar las estrategias de IA. La app Respuesta Operativa de Salud Automática Covid-19 del gobierno panameño, que utiliza IA para diagnosticar y recomendar a un paciente la prueba del covid, es solo un ejemplo de las posibilidades que van desde la formulación de políticas públicas centradas en la respuesta al covid-19, hasta la seguridad y el fortalecimiento de la transparencia, la integridad y la rendición de cuentas.

Una estrategia regional de IA proporcionaría un marco de política pública, estableciendo un conjunto claro de prioridades para ampliar los efectos positivos de la IA y combatir su potencial de abuso; establecería parámetros e identificaría oportunidades de diálogo de manera permanente. Lo ideal sería que incluyera compromisos de financiación para garantizar la materialización de los objetivos.

De acuerdo con el Observatorio de Innovación del Sector Público de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay han formulado o están desarrollando una estrategia de IA, mientras que Costa Rica ha adoptado los principios de IA de la propia OCDE y se ha comprometido recientemente a desarrollar una estrategia nacional. Un proceso regional coherente y riguroso hacia la creación de una política de IA no sólo es importante para potenciar la gobernanza democrática, sino también para fortalecer la ventaja competitiva de la región.

Mientras tanto, las autocracias no pierden el tiempo y exploran el potencial maligno de la IA para ayudarles a mantener el control y ejercer influencia regional. En Venezuela, el régimen ha utilizado la IA para generar avatares comentaristas de noticias de habla inglesa que difunden propaganda que los favorece. También utiliza la tecnología de la empresa china ZTE para vincular los carnés de identidad de sus ciudadanos a actividades como el ejercicio del voto y el uso de los programas sociales, lo que añade una nuevo y peligrosa capa al estado de vigilancia del país.

Una estrategia exitosa de IA no sólo debe considerar las formas en que esta puede utilizarse de manera productiva, sino también prevenir sus numerosas aplicaciones malintencionadas y los riesgos geopolíticos que conlleva. Como se señala en un informe reciente del German Marshall Fund, en colaboración con el Instituto Republicano Internacional, muchos de los servidores en la nube y elementos de infraestructura física en los que se basa la IA son proporcionados por importantes empresas estatales y privadas chinas, lo que suscita preocupación por la vigilancia estatal.

Una estrategia regional de IA: el qué y el por qué

Un conjunto de directrices regionales es indispensable para aprovechar el verdadero poder de la IA para buenos propósitos. Estas pautas podrían ayudar a los países a reforzar la buena gobernanza y aumentar la resiliencia democrática y la calidad de los servicios públicos. Iniciativas como la Alianza para el Desarrollo Democrático (ADD) —creada por Costa Rica, República Dominicana, Panamá y Ecuador para fortalecer la democracia regional— podrían servir de plataforma para ayudar a los gobiernos de toda la región a elaborar estrategias regionales y marcos de referencia nacionales. La ADD, que ya se dedica a buscar soluciones multilaterales a retos regionales como la crisis migratoria, la atracción de inversiones extranjeras, el fortalecimiento de las instituciones y el Estado de derecho está en condiciones de añadir a sus prioridades el papel de la tecnología y la IA.

La estrategia de la IA debe abordar la cuestión de cómo pueden los gobiernos mantener una ventaja tecnológica al tiempo que salvaguardan los derechos humanos y los valores democráticos liberales. Si la IA puede mejorar la productividad del sector privado, también puede aportar beneficios a la esfera pública —aumentando la eficiencia y la calidad de servicios públicos como la atención médica, la educación y las iniciativas anticorrupción— siempre que se utilice dentro de unos parámetros aceptables.

En Paraguay, una agencia de comunicación realizó un debate presidencial simulado en abril de 2023 después de que uno de los candidatos se negara a participar en debates reales. El programa de inteligencia artificial (impulsado por ChatGPT, Narakeet y D-ID) utilizó el historial de los candidatos, sus comentarios en las redes sociales y sus plataformas políticas para que los ciudadanos pudieran “escucharlos”. Este proyecto pretendía ofrecer a los jóvenes un mejor acceso a la información en sus redes sociales, brindándoles la oportunidad de comparar las capacidades de ambos candidatos y determinar quién tenía las mejores propuestas políticas.

Pero la IA puede utilizarse con la misma facilidad para generar un debate electoral falsificado con la intención de difundir desinformación. Razón de más para que los gobiernos aborden este tipo de problemas a través de sus autoridades electorales para impedir el uso indebido de la información y proporcionar un cierto grado de consistencia al proceso.

IA, democracia y el Estado de derecho

La IA promete convertirse en una poderosa herramienta para combatir la corrupción, con muchas oportunidades para mejorar la gobernanza democrática mediante el uso de datos abiertos y el acceso a la información. La IA ya es una herramienta clave en la colaboración en curso entre Exiger y Transparencia Internacional en el Reino Unido, con el fin de mejorar la capacidad de esta última organización para analizar los registros públicos e identificar los riesgos de corrupción.

Estados Unidos tiene un papel que desempeñar en estos esfuerzos, apoyando con investigación temprana e intercambios de mejores prácticas, ambos esenciales para la fase inicial de desarrollo de una estrategia de IA; entonces, los gobiernos, los parlamentos, la sociedad civil, el sector privado y el mundo académico podrán tomar la iniciativa.

América Latina y el Caribe deberían adherirse a normas y entornos políticos internacionales como el que ofrece el Observatorio de la IA de la OCDE, que proporciona un espacio para el diálogo, los intercambios, orientación de políticas públicas y el análisis.

También hay espacio para la coordinación política regional dentro de los marcos multilaterales existentes, como el Grupo Parlamentario Global sobre AI de la OCDE. En América Latina y el Caribe, ParlAmericas, una red de parlamentos del hemisferio occidental lidera un nuevo Grupo Digital regional que pretende incluir a las parlamentos regionales en el debate internacional sobre IA.

La revolución de la IA presenta enormes desafíos y oportunidades para América Latina, y la región tiene un interés apremiante en decidir y aplicar estrategias que maximicen el potencial positivo de las herramientas de IA y se opongan a su uso con fines malintencionados.

Artículo publicado originalmente en Americas Quaterly.

Garrastazu es director senior para América Latina y el Caribe del Instituto Republicano Internacional. De Anta es directora del programa residente en Panamá del Instituto Republicano Internacional...


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