La Universidad de Panamá (UP) conmemora 90 años que no representan solo un aniversario, sino la prueba fehaciente de un compromiso inquebrantable con el futuro de la nación. Desde su fundación, el 7 de octubre de 1935, nuestra casa de estudios se ha erigido como pilar fundamental de la educación superior, forjando el carácter crítico, propositivo y soberano de Panamá.
Imaginar un país sin su universidad es visualizar una nación con escasos profesionales, investigación científica mínima y acceso limitado al conocimiento y la cultura. Sin la UP, miles de panameños —especialmente los de escasos recursos— habrían visto negada la oportunidad de aportar su talento a la patria. Nuestra presencia en la capital, en todas las provincias, en comunidades indígenas de difícil acceso e incluso en tres centros penitenciarios, es testimonio vivo de un profundo compromiso con la inclusión y la justicia social.
La UP ha sido y sigue siendo la principal plataforma de movilidad social en el país. Con el costo de matrícula más bajo del sistema universitario panameño, hemos garantizado durante nueve décadas que el talento, y no la capacidad económica, sea el requisito para acceder a una educación de calidad. Esta formación ha producido más de 330 mil profesionales —médicos, enfermeras, ingenieros, veterinarios, historiadores, filósofos, sociólogos, educadores, abogados, científicos, artistas y humanistas— que hoy contribuyen en todos los sectores del quehacer nacional.
Es digno de mencionar que nuestros egresados en carreras que requieren exámenes de certificación profesional, administrados por entidades externas —como Medicina, Farmacia, Nutrición y Enfermería—, obtienen cada año las más altas puntuaciones, demostrando la solidez de su preparación. Este prestigio también se refleja a nivel internacional: las agencias de ranking más reconocidas nos clasifican como la mejor institución de educación superior de Panamá, destacando indicadores como la calidad de la investigación, las citas a nuestros investigadores, la reputación académica y la alta empleabilidad de nuestros graduados.
Nuestra universidad no solo transmite conocimiento; lo genera. La investigación en la UP responde directamente a los desafíos del país. El Centro Nacional para la Detección del Cáncer Bucal, los análisis de medicamentos del Instituto Especializado de Análisis, el monitoreo de sismos del Instituto de Geociencias, las mediciones de la capa de ozono y la radiación ultravioleta, así como la estación RN50 —única en Centroamérica y el Caribe en monitorear partículas radiactivas—, son solo algunos ejemplos de cómo nuestra ciencia impacta la salud, la seguridad y el bienestar de los panameños.
Llevar el conocimiento más allá de las aulas también es un mandato ético. Nuestra labor se materializa en consultorios jurídicos gratuitos, campañas de salud, talleres culturales y programas de formación en comarcas y centros penitenciarios. La UP ha sido, es y será un espacio de diálogo, un bastión de la democracia y un actor protagónico en las luchas por la equidad y la soberanía nacional.
Mirando al futuro con determinación
Reconocemos con humildad que nuestro camino de mejora es continuo. Debemos avanzar en la modernización de la infraestructura, equipar más laboratorios, fortalecer la sistematización de la información, mantener actualizados a nuestros docentes y enriquecer la oferta académica. Pero, sobre todo, debemos seguir cultivando el sentido de pertenencia hacia esta institución que es de todos los panameños. Defenderla es defender el futuro del país.
En este contexto, el apoyo del Estado es fundamental. Un presupuesto cónsono con nuestro papel formador no es un gasto: es la inversión más estratégica que puede hacer la nación. Cada egresado de la UP representa movilidad social, un futuro mejor para su familia y un aporte multiplicado a la economía nacional. La inversión en la Universidad de Panamá se revierte con creces al país en forma de profesionales productivos, críticos y comprometidos.
Al celebrar estos 90 años, reafirmamos nuestra misión: seguir siendo la casa que ilumina, cuestiona y transforma. Que nunca se apague este faro que, generación tras generación, guía a Panamá hacia un desarrollo sostenible e inclusivo.
El autor es vicerrector Académico de la Universidad de Panamá.

