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La vuelta al mundo en pocos minutos

El mundo está tan convulsionado que, cuando uno trata de hacer una radiografía de lo que está sucediendo para analizarlo todo junto, los cuadrados empiezan a tener como 16 puntas.

Iniciando por lo que, para muchos, podría ser lo más reciente que aparece en los medios, tenemos el escalamiento de un conflicto antiquísimo, poco conocido pero peligrosamente letal. India y Pakistán son dos naciones que nacen en 1947, prácticamente unidas por el mismo cordón umbilical, cuando la antigua colonia británica se divide en dos países (originalmente, Punjab y Bengala), de acuerdo con la religión mayoritaria de sus respectivos habitantes. Esto implicó una migración forzada, violencia y la eventual separación de lo que hoy se conoce como Bangladesh, a inicios de los años setenta. Las rivalidades por la región de Cachemira siguen tan vigentes como el día de la partición, y han sido motivo de gran preocupación, pues ambas naciones poseen armas nucleares, aunque el ejército indio es mucho más poderoso que el paquistaní. ¿Cómo se sentirían Gandhi y Nehru al ver su sueño a punto de derrumbarse?

En el Oriente Medio, Israel, Hamás y Palestina siguen sin dar término a la guerra que, supuestamente, se había acabado, pero que continúa sin una resolución justa y equitativa para todas las partes. Hamás mantiene secuestrados a varios rehenes desde 2023. Esto ha llevado al gobierno israelí, muy presionado internamente, a anunciar nuevas acciones para intentar rescatarlos e incluso tomar el control total del área conocida como la Franja de Gaza. Mientras tanto, una parte significativa del pueblo palestino sigue sufriendo las penurias de una guerra tan antigua como muchas de las religiones que se practican en la región.

Europa no se queda atrás. La guerra que el inquilino de la Casa Blanca prometió terminar 24 horas después de su juramentación sigue tan candente como antes. La confrontación ha llevado a varias naciones europeas a manifestar su preocupación y, hasta cierto punto, a desvincularse de la dependencia estadounidense, pues perciben una amenaza “hitleriana” más cerca de lo que muchos quisieran.

Irónicamente, aún fallecido, el papa Francisco hizo lo impensable: logró que el presidente de Estados Unidos y el de Ucrania se sentaran, por 15 o 20 minutos, a conversar. Algo que, tras la reunión previa en Washington, D.C., se consideraba casi imposible. Se percibe un hilito de humo gris...

Con esto llegamos a nuestra querida América, donde los enredos abundan, tanto que quizá sea más cómodo mirar hacia otro lado. Canadá y México siguen en una lucha “arancelaria” y de seguridad con su vecino común que, como le ha sucedido con su rival China, no ha salido bien librado y ha tenido que empezar a revertir varias de las medidas unilaterales que había proclamado.

En Centroamérica, seguimos con un par de países gobernados de forma dictatorial, aunque sus mandatarios hayan sido elegidos —supuestamente— por la vía democrática. Otros, por promover corrientes ideológicas desfasadas, no prosperan ni permiten que sus ciudadanos lo hagan.

Por los “barrios” del sur, tenemos a un presidente que llama al renacer del sueño de Bolívar: un solo país. Lo interesante sería ver con qué se come esta idea, cuando hay países que caminan por el sendero democrático y otros que no, con ideologías —y, por ende, economías— tan diferentes que, si don Simón los viera, procuraría sentarse con Gandhi a llorar. Ya del Cono hemos hablado recientemente y, entre locos y no tan locos, la región sigue caminando por una compleja “vereda no tan tropical”.

No voy a tocar al “Puente del Mundo” en esta ocasión, porque, si lo hiciera, yo también me pondría a llorar. Pero sí quiero dirigir el final de este escrito hacia el evento que inicia mañana miércoles en la Capilla Sixtina, cuando alrededor de 133 cardenales se dispongan a entrar al cónclave que deberá elegir al nuevo pontífice de la Iglesia católica.

Todos sabemos la importancia que tiene el dirigente del Vaticano y obispo de Roma, no solo para el mundo católico sino para todo el mundo. El papa Francisco deja unos zapatos gigantes y muy difíciles de llenar. Los católicos estamos orando al Espíritu Santo para que quien resulte electo sepa conducir los destinos de los casi 1,600 millones de fieles por caminos de tolerancia, innovación, respeto y dignidad. ¡El mundo lo necesita!

El autor es dirigente cívico.


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