Hablar de la Zona Libre de Colón (ZLC) es hablar de uno de los pilares más importantes del comercio de Panamá. Desde su creación en 1948, esta zona franca ha sido un motor de empleo, inversión y comercio internacional. Sin embargo, como otros engranajes de nuestra economía, enfrenta grandes desafíos.
La ZLC es la zona franca más grande del hemisferio occidental y la segunda del mundo, superada solo por Hong Kong. Su ubicación estratégica en la entrada atlántica del Canal de Panamá le permite recibir productos de Asia, Europa y América, y redistribuirlos con eficiencia hacia América Latina y el Caribe. En teoría, es una joya logística regional. Y, en muchos sentidos, lo sigue siendo.
Los objetivos más importantes por los que se creó la Zona Libre de Colón fueron fomentar el comercio internacional y atraer inversión extranjera, generando así desarrollo y empleo. Para ello, se les facilita a las empresas que allí se instalen el ingreso, almacenamiento, transformación y reexportación de mercancías sin el pago de impuestos ni aranceles, dentro de un área controlada y segura. Cabe señalar que, si la empresa vende dentro del territorio panameño, las ganancias de esas operaciones se consideran de fuente local y sí están sujetas al impuesto sobre la renta.
Además de su atractivo fiscal, la Zona Libre ofrece otras ventajas: infraestructura portuaria, experiencia logística, servicios bancarios sólidos y una posición geográfica privilegiada.Eso se traduce en menores costos, mayor competitividad y agilidad comercial.
La Zona Libre de Colón ha tenido que enfrentar diversos factores que afectan su buen funcionamiento. Entre los factores internos destaca la necesidad urgente de modernizar su infraestructura, el suministro intermitente de agua, y la incertidumbre generada por los cierres de vías de comunicación debido a huelgas y protestas.En cuanto a los factores externos, influyen la creación de nuevas zonas francas en otros países que ofrecen condiciones más atractivas, los conflictos geopolíticos, la devaluación de las monedas en mercados clientes y la inclusión de Panamá en listas grises internacionales.
A pesar de estos retos, las oportunidades están ahí. La digitalización de procesos, el desarrollo del comercio electrónico, el acercamiento a nuevas alianzas estratégicas y la tendencia global del nearshoring podrían convertir a la ZLC nuevamente en un protagonista clave del comercio regional.
Pero para que eso ocurra, se necesita una estrategia país: políticas públicas claras, reglas del juego estables, inversión en infraestructura y un trabajo conjunto entre el sector público y el privado.
La Zona Libre de Colón no es solo un enclave comercial: es una plataforma que puede impulsar la recuperación económica nacional y fortalecer nuestra posición internacional. Pero debe adaptarse, modernizarse y reinventarse si quiere seguir siendo relevante.
Es momento de verla realmente como una pieza clave para el desarrollo de Panamá.
El autor es miembro de la junta directiva de la Asociación de Usuarios de la Zona Libre de Colón.

