En el colmo del esperpento, del bonito show que venimos sufriendo tantos años con el beneplácito del poco importa de gran parte de la sociedad, el mismísimo magistrado presidente del Tribunal de Cuentas, ha declarado que “en este país, para generalizar, robamos todos”, lo que no es, desde luego, ningún consuelo.
Los cien años de perdón del refrán, hay que decirlo todo, son falsos, como lo es el famoso “robó, pero hizo”, que va ganando en las encuestas de intención de voto, encarnado en unos presidenciables que quieren ponernos carita de yo no fui para que olvidemos su gestión y su mal gobierno corrupto.
En lo que sí tiene razón el magistrado presidente, es en el hecho de que no solo se roba dinero, se roba tiempo, recursos, oportunidades, se roba excelencia, respeto, eficiencia. La corrupción es recibir una bolsa de comida por nuestro voto o no pagar los impuestos de nuestras actividades empresariales, ya sean culturales o de cualquier tipo. La lucha contra la corrupción comienza con un “no” ante cualquier oportunidad de no hacer lo correcto.
No todos robamos, señor magistrado presidente (del Tribunal de Cuentas, parece un chiste de Condorito). Dice el viejo y conocido refrán que, “piensa el ladrón que todos son de su condición”. Creer que todo el mundo hace lo mismo es cosa de quienes participan o ven tanta corrupción y no hacen nada, es cosa del traidor subconsciente. Porque saber que alguien roba, aunque sea tiempo y no lo denuncia, no le afea esa ladrona actitud, es cómplice.
Estas declaraciones son la enésima foto de la podredumbre de nuestras instituciones. No sé cuantas fotos más necesitamos para pedir que esto termine y votemos en contra de los mismos personajes de hace treinta años, o más, que siguen con la misma malamaña, y viven en el sueño de que están en los cien años de perdón del viejo refrán, olvidando que robar es robar, aunque sea a otro ladrón.
El autor es escritor.
