Panamá vive días de cansancio cívico. El ruido político sube, la confianza baja y la conversación pública se ha convertido en un ring. En medio de esa penumbra, dos acontecimientos recientes brillaron como sólidas evidencias de que nuestro país no está condenado a la resignación. Dos celebraciones lectoras —una institucional, en la capital, y otra comunitaria, en La Chorrera— recordaron que un país que lee, piensa; y un país que piensa respira democracia.
El Concurso Aristides Royo: el Estado se toma en serio la comprensión
En 2023 nació un concurso con una sola categoría para medir comprensión lectora. Dos años después, el Concurso Nacional de Comprensión Lectora Aristides Royo amplía su alcance a seis categorías, desde prekínder hasta duodécimo grado: un salto histórico en la política educativa panameña, equiparable al masivo festival anual de cuentos en el que participan estudiantes, tutores y padres.
Compitieron 90 estudiantes provenientes de 15 regiones educativas, evaluados por 25 jurados. La ministra de Educación, Lucy Molinar, y el propio Aristides Royo presidieron un evento que es, en sí mismo, una declaración: la comprensión lectora es una urgencia nacional.
Los participantes respondieron preguntas sobre relatos emblemáticos de Rogelio Sinán (La boina roja) y defendieron con madurez interpretaciones de Desertores, de Ramón H. Jurado, novela que revisita la memoria de Victoriano Lorenzo —líder indígena fusilado— y las tensiones no resueltas de la nación.
Fueron premiados seis campeones y doce vicecampeones. La verdadera victoria consiste en ver adolescentes articulando ideas, relacionando pasado y presente, desmontando lecturas fáciles: una generación que, si persevera, puede devolverle a Panamá el clima crítico que tanto necesita.
Mientras tanto, en La Chorrera: la lectura como fiesta ciudadana
Mientras la capital mostraba el músculo institucional, La Chorrera vivía una celebración distinta: el III Encuentro Nacional de Clubes de Lectores, organizado por el grupo Pasajeros en Tránsito, en el Colegio Guillermo Endara Galimany.
Un desafío urgente: que el Meduca instale internet de banda ancha en el plantel. No había solemnidad en el ambiente, pero sí energía, curiosidad y convivencia.
El alcalde Chuin Fa Chong Wong (seudónimo: Eloy Chong) abrió el encuentro con un mensaje claro: cultura y educación deben ser prioridades. La comunidad respondió con un entusiasmo que pocas veces se ve en eventos públicos.
Las mesas de discusión abordaron obras de cuatro territorios creativos:
Albert Camus — El extranjero
Ela Urriola — City Tour, Lo ínfimo, Humedades
Emerio Medina — Plano secundario, La frazada, Conversación en un café de París, La propuesta
Dimas Lidio Pitty — Exilios XIII, La querencia, Hay un sitio, Cementerio de invierno
Se desarrolló un conversatorio con los escritores Carlos Fong —homenajeado por su trayectoria—, Ela Urriola, Emerio Medina Peña, Alex Mariscal y David Robinson. La lectura es la herramienta más silenciosa y más poderosa de la educación.
El intercambio de libros —más de 300 ejemplares entregados— y la exposición artística completaron una jornada donde la lectura se volvió celebración y pertenencia.
El cierre estuvo marcado por el Pronunciamiento del III Encuentro, un documento que Panamá debería leer con lápiz en mano. Allí se afirma:
“Leer es un ejercicio de libertad y de pertenencia cultural”.
Y se propone un objetivo concreto: que cada panameño lea al menos tres horas por semana. Propuesta sencilla, ambiciosa y profundamente transformadora.
La lectura sostiene la democracia
Sin lectores no hay opinión pública, sino ruido.Sin comprensión no hay diálogo.Sin imaginación no hay país posible.
Leer no solo nos hace libres, sino mejores custodios de nuestra democracia.
El autor es periodista y filólogo.

