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CONVIVENCIA

La libertad antojadiza

Cualquier diccionario medianamente bueno nos va a referir algo muy interesante sobre la palabra “antojo”:

1.Deseo impulsivo, vehemente y arbitrario de una cosa, especialmente el de una mujer embarazada, (…).

Hemos subrayado lo que es la esencia del antojo: algo inmaduro por lo impulsivo (no piensa antes de hacer), extraño por lo vehemente (insistencia punzante) y malo por lo arbitrario (es de ese modo y no de otro). ¿Te diste cuenta todo lo que está detrás de una palabra? Entonces, un antojo es inmaduro, extraño, malo e impertinente aparte de impulsivo, vehemente y arbitrario.

¿Qué tiene que ver algo tan malo como el antojo con la libertad? ¡Demasiado! Peligrosamente.

Pareciera que hemos avanzado como humanidad en todo sentido. Sin embargo, comparado con 15 años atrás, nos estamos limitando a las redes sociales y leer resúmenes condensados en internet. Pareciera que hemos dejado de lado la verdadera realidad por una realidad aparente en donde para ser “potable” envío noticias y mensajes sin verificar autenticidad y certitud (fake news).

Dicen por allí que podemos hacer con nuestra vida y acciones lo que queramos. Se escucha lindo.

Pero si una chica joven se pone un vestido que la resalta, lo primero que decimos es “si le faltan el respeto se lo buscó”. “Es que la violaron porque mira nada más cómo se vistió” y cosas por el estilo. O dicho de otro modo… “nosotros vamos por la calle y nos montamos a una tía y si dice que no, para nosotros es sí” (caso de La Manada en España, julio 2016). Entonces hacer lo que queramos con nuestra vida no es una libertad porque está mediatizado antojadizamente por quienes te ven ejercerla. En el ejemplo, la libertad de la mujer está condicionada al antojo del hombre o sociedad.

Con éxito que da escalofríos vemos que cuando minorías etnoculturales reclaman derechos inherentes a su cultura y religión en Europa, son los países receptores los que, timoratos, no solo acceden sino que lo elevan a norma nacional en perjuicio de su propia etnocultura. No entendemos la democracia y libertad de ese comportamiento. Nuestros pueblos originarios tienen un estatuto de autonomía. Pero si en su cultura existieran sacrificios humanos, serían automáticamente prohibidos. Porque aunque autónomos, son panameños, y el bien común está sobre el particular.

Seguimos. Está muy bien que yo como persona no puedo hacer que otra piense exactamente como yo. Y viceversa. Algunas personas que se dedican al hermoso y necesario mundo del arte, especialmente pictórico, musical, literario y escultórico creen que están por encima de las leyes de convivencia y que en ejercicio de su sagrada libertad artística o libertad de interpretación pueden hacer actos que atentan contra la moral colectiva y la convivencia social. Para ellos eso es ejercer su libertad, pero para quienes nos resentimos por la imposición, es una arbitrariedad. Lo malo es que si manifestamos públicamente no estar de acuerdo, entonces somos personas intolerantes, inflexibles o de ideas ultraconservadoras. ¡O sea! Libertad para ti, pero imposición y silencio para mí. No se escucha democrático.

Se suele escuchar algo como “este es mi planteamiento y de ahora en adelante lo vas a oír porque ya es tiempo de oír otra cosa”. “Lo que antes se pensaba era de ese modo, hoy no vale”. “Eso son paradigmas para ser rotos, deconstruir y reconstruir la realidad a nuestra medida”. El detalle está cuando a la otra parte lo que se le impone es un silencio para poder escuchar el nuevo concepto y lograr recalcarlo hasta que, aunque sea una mentira, de tanto escucharle se convierta en algo aceptado. Eso no es libertad. Es una tiranía en base a la reiteración de conceptos gritados por encima de los demás conceptos.

Habrá quienes hayan tenido experiencias con las recopilaciones enciclopédicas libres en internet: cuando te rechazan un artículo biográfico necesario en tu país porque no les parece enciclopédico, pero hablar que un cantante que se drogaba en conciertos sí es enciclopédico… te deja pensando sobre cuál es la autoridad que distingue lo publicable de lo impublicable.

Hablando como el pueblo, antes que el miércoles estuvo el martes. Por ello luego del invierno vendrá la primavera, nos guste o no. No podemos obligar a un bicho nacer primero como mariposa y hacer crisálida para quedar como pupa. No sé si con esas pobres imágenes me puedo dejar entender a la amable persona que lee. Ese es el orden conocido. Desconocerlo es desconocer el pacto social que nos permite vivir en libertad con compromisos que son necesarios para realizarnos como personas individuales y colectivas.

El autor es investigador de historia


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