Los chinos y el Canal de Panamá

Los chinos y el Canal de Panamá
China y Estados Unidos. Principales clientes son las dos potencias mundiales.

Gran parte del pueblo panameño recuerda con tristeza la infausta noticia del trágico accidente de aviación en el que fallece el general Omar Torrijos Herrera, en una noche lluviosa contra el Cerro Marta, en la provincia de Coclé.

Después de este doloroso suceso, del comandante de los pobres, años más tarde se da la desaparición física del presidente Carter, evocada por los panameños por haber negociado y firmado con el general lo que se conoce con el apelativo de los Tratados Torrijos-Carter en 1977.

Estos tratados devolvieron en su totalidad a la República de Panamá el canal interoceánico, bases militares y tierras adyacentes; y con ello se desmantelaba y finalizaba la estructura colonial que los gringos habían logrado establecer en las riberas del canal, con ideas cargadas de superioridad étnica y en su convivencia con los obreros utilizaban un lenguaje peyorativo de gold roll y silver roll, a la inversa los ciudadanos los llamarían zonians.

Con el tratado Torrijos-Carter, se proscribe el nefasto, oprobioso y siempre anatemizado concepto de perpetuidad presente en la Convención del Istmo de 1903, que ningún panameño firmó. Se elimina de la conciencia del panameño la ignominiosa quinta frontera, ahora corresponde combatir la pobreza y la corrupción en la sociedad panameña.

En la Constitución vigente de la República de Panamá, en el título XIV, el Canal de Panamá, el artículo 315 estipula que “El Canal de Panamá constituye un patrimonio inalienable de la nación panameña; permanecerá abierto al tránsito pacífico e interrumpido de las naves de todas las naciones y su uso estará sujeto a los requisitos y condiciones que establezcan esta constitución, la ley y la administración”.

En el artículo 316: “Se crea una persona jurídica autónoma de derecho público, que se denominará Autoridad del Canal de Panamá, a la que corresponderá privativamente la administración, funcionamiento, conservación, mantenimiento y modernización del Canal de Panamá y sus actividades conexas, con arreglo a normas constitucionales y legales vigentes, a fin de que funcione de manera segura, continua, eficiente y rentable. Tendrá patrimonio propio y derecho administrativo”.

Al año siguiente se firma el Tratado de Neutralidad Permanente y Funcionamiento del Canal de Panamá con los Estados Unidos. Culmina un proceso de negociación complejo, aprobado por los órganos políticos de ambos países, dejando a los otros gobiernos en la libertad y respetando el principio discrecional y de conducta moral, que el buen juicio aconseja a sus gobernantes para adherirse al protocolo de dicho pacto sin apremio.

El tratado mencionado constituye un freno para quienes pretendan profanar el sagrado e irrenunciable derecho de soberanía panameña y de neutralidad permanente, al rechazar de modo contundente todo intento de intervención abierta o encubierta, y frustrar los propósitos neocolonialistas que buscan resucitar la caduca y nefasta política hegemónica del Monroísmo y del Destino Manifiesto.

Con los conflictos bélicos que oscurecen la paz mundial, el canal es y será indefendible, solo se defiende con el cariño del pueblo panameño, afirmaba el general.

Para la conciencia patriótica del pueblo panameño, la reversión del canal es conocida como símbolo de sacrificios generacionales, y como el activo más valioso como empresa industrial, financiera, comercial, avalada por el valor del geoestratégico y estratégico, como centro logístico global y de atracción turística, con amplia capacidad para mover en los puertos terminales junto con los programados miles de contenedores, para satisfacer las demandas del comercio marítimo mundial, que se cumple cabalmente con las facilidades que ofrecen las nuevas esclusas ampliadas para el tránsito de los nuevos neopanamax.

La Autoridad del Canal, por norma constitucional, tiene la tarea de modernizar la vía interoceánica y mantenerla segura, continua, eficiente y rentable como para beneficio de los panameños y el comercio marítimo mundial. Es el único en el mundo que funciona con agua dulce que le suministran los lagos de Gatún y Alajuela, que a su vez sirven de agua a las ciudades de Panamá y Colón.

Hay que apuntar que la supervivencia del canal está sujeta a la crisis que presentan los cambios climáticos, se tiene que acometer perentoriamente el embalse de Río Indio, aun con la oposición de algunos moradores del área y fanáticos ambientalistas, para que en un futuro no tengamos que asistir a su funeral.

Hoy hay que señalar que el canal como empresa paradigma debe estar distante del espíritu burocrático, cuerpo parásito que por su incompetencia origina la corrupción. No es una clase social, pero constituye un instrumento de la clase en el poder.

Algunos panameños viven angustiados por el discurso de toma de posesión del Estado del emperador en el que afirmaba que el canal era propiedad de los Estados Unidos porque ellos lo habían construido, y decía lo que era en forma pacífica o forzada.

Por el momento, adoptado por la vía diplomática sin dejar de ocultar su política injerencista intolerable, enviando a sus halcones con garras afiladas para transmitir el mensaje que había que retirar de Panamá de la Ruta de la Seda, el siguiente guion había que expulsar a los “comunistas chinos de la administración del canal y de la maligna influencia China en el hemisferio occidental”.

Los buques de guerra y auxiliares deben tener paso expedito y transitar sin costo alguno, esto último lo prohíbe el Tratado de Neutralidad Permanente, lo que se ha cumplido es el libre tránsito por la vía acuática de todos los usuarios sin hacer distinción de banderas e ideologías, políticas, económicas, sociales, filosóficas y religiosas.

El primero en llegar fue el secretario de Estado con rostro de cándido y risa fingida, caminó por las esclusas viejas, ignorando las nuevas que simbolizan autonomía; hasta tuvo tiempo de ir a rezar con el rosario en mano. Otro fue el secretario de Defensa, repite el guion por las esclusas viejas al mejor estilo cesáreo, cargando en la mochila los memorandos de entendimiento, desconociendo que los chinos viven en el istmo desde la construcción del ferrocarril transístmico, como motivo del descubrimiento de las minas de oro en Sutter Mill, California, en el lejano oeste norteamericano.

Le correspondió el turno al procónsul designado de embajador con lenguaje arrogante de “intelectuales deshonestos”; hablaba que liberáramos de la influencia maligna de los chinos en las operaciones del canal, lejos de lo que se espera del lenguaje de un diplomático.

El desfile de funcionarios culmina con la cereza en el pastel, cuando llega la secretaria de Seguridad Nacional al modo de Juana de Arco con lanza en ristre para liberar a nuestros territorios de la “influencia del Partido Comunista chino” para iterar que las naves de guerra ni buques auxiliares transiten libremente por la vía interoceánica, pero insistiendo de forma obsesiva que sea gratuita.

Los que los green-go llaman malignos fue lo que cometieron para la invasión del 20 de diciembre de 1989.

Como todo está sometido a un constante devenir, hay espanto por un nuevo modelo jurídico administrativo de “costo neutral”, y firma de memorando de entendimiento con el objetivo de iniciar prácticas de ejercicios conjuntos para la defensa del canal.

Esta expresión parece interpretarse como una especie de cambalache: no se pagará peaje y los green-go como recompensa lo harán facilitando servicios de seguridad del canal en áreas estratégicas. En el tiempo esto va a derivar en una discusión semántica o de contenido.

Verbigracia, se ha publicitado de las maniobras del Comando Sur que, junto con los estamentos de seguridad de Panamá, realizan ejercicios combinados para garantizar la seguridad del canal.

Los chinos, gente laboriosa por costumbre ancestral, han dejado en Panamá una herencia que se traduce en múltiples beneficios. Se han dedicado tanto al comercio al detal como al mayoreo, con locales en centros comerciales donde ofrecen mercancías variadas. También son propietarios de minisúper a lo largo del istmo, restaurantes con los apreciados dim sum, tintorerías, ferreterías, negocios de electrónica, multicomercios, talleres de repuestos de autos, ventas de materiales de construcción e incluso centros educativos.

En el ámbito humano, la comunidad china ha aportado doctores, abogados, novelistas, cuentistas, filósofos, historiadores, diputados, alcaldes, representantes y magistrados, entre otros profesionales que enriquecen la vida nacional.

En la tercera generación están las nuevas promesas. Mateo, que a los once años obtuvo medalla de bronce en matemáticas y, al año siguiente, la de oro a nivel nacional. Y Natalia, talentosa pianista, que a los seis años triunfó en su primer concurso nacional; a los ocho ganó en Colombia; y a los once se impuso en un certamen juvenil, además de conquistar la medalla de oro en las Olimpiadas de Matemáticas.

El 31 de diciembre de 1999 marcó el fin de la perpetuidad: una conquista escrita con sangre y con el dolor de toda una nación.

El autor es filósofo.


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