Exclusivo Suscriptores

Los ilustrados de la ignorancia

Los ilustrados de la ignorancia
Imagen generada por IA (OpenAI / DALL·E)

En este país, la inteligencia no se mide por lo que sabes, sino por cuánto ruido haces al equivocarte. La lógica es opcional; la evidencia, un lujo; lo que importa es el coro de voces que repite la misma tontería hasta que suene convincente: “Si todos lo decimos, entonces es verdad”. Quien se atreve a pensar distinto será acusado de soberbio, grosero o, mejor aún, de “no saber escribir”.

Los intelectuales de café son artistas en este circo. No debaten: lanzan moralinas con la elegancia de un elefante en cristalería y la sutileza de un meme barato. Les fascina cazar faltas ortográficas, como si eso los hiciera más inteligentes, aunque no aporten un solo argumento sólido. Su “superioridad” es pura ilusión: se creen guardianes de la RAE mientras su gramática y sintaxis parecen escritas a la carrera y con el piloto automático activado.

Su falacia favorita es la personal: no atacan razonamientos, sino a la persona. Refutan ojos, voz, acento y hasta cejas levantadas. Cuando alguien los contradice, el resultado es predecible: “Eres ofensivo”, “hablas con soberbia”, mientras todos aplauden el circo y alguien muerde su tintero imaginario. La ignorancia se viste de virtud y la estupidez se toma muy en serio.

Los dirigentes que se creen líderes, los huelguistas que se creen héroes nacionales y los que se creen más sabios que los docentes señalan errores ortográficos como si eso bastara para ganar un debate. Corrigen comas y tildes mientras ignoran por completo la sustancia de lo que dices.

Quien se atreve a pensar distinto no solo será atacado por sus ideas, sino acusado de buscar gracia o llamar la atención. La respuesta es sencilla y contundente: me importa un comino lo que opinen quienes no son mejores ni peores que yo. Pensar distinto no es un delito: es un acto de valentía. Mientras ellos se esconden en el coro de la mayoría, yo camino con ideas propias, con la elegancia de quien sabe que su criterio no necesita aplausos, solo firmeza.

El espectáculo alcanza su cumbre en la vida cotidiana. Salir a un restaurante, pedir algo caro y mostrarlo en redes sociales se considera prueba de progreso intelectual y económico. Más vale un plato de moda que un libro leído; más vale un menú costoso que reflexionar con disciplina. Por eso seguiremos pobres: el gasto en apariencia supera a la inversión en conocimiento. La vanidad nunca pasa de moda; la riqueza, sí.

Y no solo los intelectuales de café o los dirigentes caen en esta trampa: el político que promete “cambiarlo todo” termina haciendo exactamente lo mismo, con discursos más largos y selfies más elaborados. Todo sigue igual, pero él insiste en que “el país está cambiando”, como si repetir errores fuera sinónimo de progreso. La ilusión del cambio se convierte en comedia: mientras se reciclan los mismos ciclos, la multitud aplaude la “novedad” de un ciclo viejo.

Todo este desfile de “conciencia crítica” es delicioso: dirigentes que gritan sobre educación mientras hunden el sistema con huelgas eternas; intelectuales que pontifican contra el neoliberalismo mientras repiten clichés insoportables. Y cuando alguien señala la contradicción, responde el coro de la falacia de la mayoría: “Todos pensamos igual, ergo tú estás equivocado”. La democracia de la estupidez en su máxima expresión.

En consecuencia, en Panamá no se cambia porque no se quiere cambiar. Prefieren el confort del grito colectivo al riesgo del pensamiento propio. Atacan con falacias porque argumentar exige disciplina y valentía. Defienden la ignorancia con pasión y glamour, y quien piensa distinto será apedreado con sarcasmo, miradas de desprecio y un ejército de aplausos vacíos.

El colmo del arte tragicómico: creen estar iluminados, pero son simples repetidores de falacias con un filtro de Instagram y un monóculo imaginario. Se sienten sofisticados mientras su idea más brillante es que el mundo está mal porque “ellos lo dicen”.

Por eso, gracias: me hacen ser mejor persona cada día. Hasta en los pobres hay clases.

La autora es profesora de filosofía.


LAS MÁS LEÍDAS

  • Gobierno contrata a multinacional estadounidense para diseñar el quinto puente sobre el Canal. Leer más
  • Cuarto Puente sobre el Canal de Panamá: así será el Intercambiador del Este en Albrook. Leer más
  • Denuncia ante el Ministerio Público frena contrato millonario de piscinas que firmó la Alcaldía de Panamá. Leer más
  • Días feriados y fiestas nacionales en Panamá 2026: Calendario detallado. Leer más
  • Grupo Cibest acuerda vender Banistmo en Panamá a Inversiones Cuscatlán. Leer más
  • Trasladan a la directora del Cefere por el caso de La Parce. Leer más
  • Alcaldía de San Miguelito desiste de prórroga y mantiene la licitación de basura para el 19 de diciembre. Leer más