Fue un error estratégico, y quizá también de visión, que la dirigencia de la coalición Vamos permitiera que cualquiera que se autoproclamara independiente y antimina fuera postulado a cargos de elección popular, especialmente al de diputado.
No pasó mucho tiempo para que algunos de los diputados de la coalición Vamos replicaran los mismos vicios de la partidocracia que tanto criticaron en campaña. De buenas a primeras, apoyaron la propuesta de reformas a la Caja de Seguro Social impulsada por el presidente José Raúl Mulino y sus aliados del sector privado, buscando, muy probablemente, algunos privilegios, como ya es costumbre.
Ni siquiera tuvieron la sensatez política de analizar lo que ocurrió a la mayoría de los diputados que en el pasado se alinearon con la propuesta del expresidente Laurentino Cortizo sobre el tema minero. Fue una imagen vergonzosa: en medio de las protestas antiminería, algunos de esos diputados que votaron a favor de la minería pidieron “perdón al pueblo panameño” por su actuación en la Asamblea.
El resultado de esa decisión les costó la curul a la mayoría de los diputados que intentaron reelegirse, marcados por el estigma de haber apoyado al Ejecutivo en su intento de legalizar un contrato minero con una empresa que recurrió a amenazas y a una fuerte propaganda para extraer cobre y otros minerales en el distrito de Donoso.
Hoy, los diputados de la coalición Vamos que votaron a favor de la Ley 462 sobre las pensiones están en una especie de “lavado de imagen”, promoviendo reformas que ahora consideran lesivas para las futuras generaciones de pensionados. Sin embargo, pienso que este “pataleo de ahogado” llegó demasiado tarde. La mayoría de ellos no repetirá en las siguientes contiendas electorales, por el efecto propagandístico en las redes sociales.
La dirigencia de Vamos, en la que Juan Diego Vásquez es la figura más visible, se “lavó las manos” durante la discusión de la ley del seguro social al decirles a sus diputados que “votaran con libertad y sin línea política”. En el fondo, ya existían acuerdos entre varios diputados y el Ejecutivo. Juan Diego Vásquez no intentó intervenir, pues entre los que negociaron hay varios de su confianza, y prefirió “jugar a dos aguas”, como efectivamente ocurrió.
Debo añadir que, a mi juicio, solo algunos diputados de la coalición Vamos poseen una visión más profunda y social que el mero discurso moralista y anticorrupción de la clase media que integra sus filas. Ese discurso, que va más allá de un simple proyecto pequeño burgués de transparencia, lo encarnan la diputada Walkiria Chandler y Alexandra Brenes.
Por si alguien duda del voto castigo que recibirán partidos como Realizando Metas y los llamados “Judas” de Vamos, basta mirar la reciente encuesta de opinión publicada por La Estrella de Panamá, donde, en menos de un año, el presidente José Raúl Mulino aparece con el margen de aceptación más bajo que yo haya visto en sondeos de opinión política.
No hay que ser adivino para vaticinar una derrota aplastante de todos los que, de una u otra forma, se montaron en el “Titanic” que José Raúl Mulino decidió conducir en un mar agitado y de manera suicida.
El autor es sociólogo y docente.

