En el año 1903, hace 120 años, el inicio de la construcción del Canal de Panamá por parte de los norteamericanos estaba basado en las bondades geográficas, climáticas, poblacionales y tecnológicas de la época. El río Chagres era tan poderoso que pudo inundar cientos de hectáreas de terrenos, donde la población, si bien estaba presente, era escasa y había para donde desplazarla sin crear grandes problemas de orden público, sin injerencia de políticos buscando votos o medios de comunicación buscando noticias sociales. El nuevo país necesitaba fuentes de trabajo, crecimiento económico, estabilidad social e ingresos y el canal era la respuesta. Para los norteamericanos, representaba una oportunidad geopolítica y económica que no podían dejar pasar.
El costo final aproximado fue de $375 millones más $12 millones por los fuertes.
Para el año 1930, el río Chagres continuaba siendo un problema por las continuas inundaciones que causaba su vigoroso cauce, por lo que se decidió construir la represa e hidroeléctrica Madden, hoy llamada Alajuela, para poder controlar el cauce del río y producir 36 megavatios de energía hidroeléctrica en sus dos turbinas, que hasta la fecha siguen en operación; sin embargo, hoy se cuida más el embalse por ser la toma de agua principal de consumo para los millones de panameños que hoy dependen de ella a diario que de la generación de energía, ya que el Canal de Panamá debe respetar primero el agua para consumo humano.
Hace 90 años, las condiciones climáticas, poblacionales, el tamaño de los buques y su calado, al igual que la cantidad de tránsitos, eran muy distintos a los de hace 50, 25, 15 ó 5 años atrás.
Desde los años 1990 se inició la conceptualización del tercer juego de esclusas, que habían sido propuestas desde los años 1940 y estaban prácticamente iniciadas. Para el año 2000 y en pleno auge de la administración del canal por parte de los panameños se decidió en referéndum nacional la construcción del nuevo juego de esclusas a un costo final de $5.2 mil millones.
Para la época de esta conceptualización, el tema del agua, el cambio climático y los limites naturales del Canal de Panamá no eran el tema de discusión principal; lo era la creciente demanda de barcos de mayor tamaño y calado y nuevos negocios (barcos de LPG y GLN) y barcos neopanamax que no podrían pasar por el canal. Es decir, que la demanda potencial impulsaba y pesaba más que sus límites físicos y naturales.
Hoy en día, a 109 años de su inauguración y siete años de su ampliación, el aumento poblacional, el cambio climático, el agua como recurso vital para el ser humano, para riego e industrias, la cantidad de tránsitos por las nuevas esclusas, que utilizan entre 20 millones y 50 millones de galones por esclusaje, están demostrando ser los verdaderos límites naturales para la operación del Canal de Panamá. Se tiene una mayor demanda de la que pueden atender; ahora las líneas navieras dependen de nuevas rutas, del canal seco panameño, incluida la ruta terrestre operada por el Canal de Panamá y del trasbordo de los contenedores como estrategias para movilizar sus mercancías y muchos países lo han notado.
“En el mundo de los negocios, la demanda no atendida será el inicio de la competencia directa”, por lo que existen diversas iniciativas, la más firme, el canal industrial y seco en el istmo de Tehuantepec, México. Un país que hoy en día se encuentra en plena expansión debido al llamado “nearshoring”, que reemplazaría a la República Popular de China y otros países industriales, como proveedores de Norteamérica. Esto dejaría al Canal de Panamá como una alternativa de menor escala y de limitado mercado en el comercio global (6% en 2023).
La iniciativa de la cuenca del río Indio y el túnel alimentador del lago Gatún de 8.4 kms demuestran que el canal comienza a moverse fuera de sus límites físicos y naturales, con inversiones que podría estar por el orden de $1.4 mil millones, sin incluir costos invisibles que pudieran llevar el proyecto a $1.5 mil millones: $545 millones en la compra de tierras y $950 millones en la construcción del túnel y otros proyectos concurrentes.
El Canal de Panamá es una gran obra humana, muy bien administrada y mantenida; sin embargo, tiene límites físicos y naturales a los cuales ya ha llegado. Entre el crecimiento poblacional, el consumo de agua, el tamaño y calado de los buques, el número de tránsitos, el cambio climático y su consiguiente elevamiento de temperatura que causa graves sequías a nivel mundial, es hora de que la junta directiva de la ACP deje de buscar en el agua la respuesta a sus necesidades de crecimiento económico, más allá del canal digital, las tarifas diferenciadas, el precio de las subastas y el sobrecosto del agua, que han permitido una mayor productividad en los últimos años.
Manteniendo los límites físicos y especialmente respetando los limites naturales del Canal de Panamá de hoy y las proyecciones futuras, es deber de la junta directiva y su administrador ser más creativos y pensar fuera del canal de agua, como uno de los pocos negocios del Canal de Panamá y crear el nuevo Canal Multimodal de Panamá.
El autor es ecologista
