El reciente reconocimiento de Condé Nast Traveler —una de las revistas de viajes más prestigiosas del mundo—, que nombra a Nayara Bocas del Toro como el mejor resort de Centroamérica, es una noticia que llena de orgullo a todos los panameños. No solo celebra la belleza natural incomparable de nuestro país, sino también el esfuerzo, la calidad y la pasión de nuestra gente. Este logro demuestra, con hechos, que cuando se trabaja con visión, compromiso y amor por lo que se hace, los panameños podemos hacer las cosas bien.
Nayara Bocas del Toro ha redefinido el concepto del turismo de lujo sostenible en la región. Sus villas sobre el mar, su arquitectura inspirada en la naturaleza y su compromiso con la sostenibilidad han capturado la atención del mundo. Pero detrás de este éxito hay algo aún más valioso: la participación activa, profesional y dedicada de decenas de colaboradores panameños que, día a día, con su esfuerzo y calidez, hacen posible una experiencia de nivel internacional.
Este reconocimiento no es producto del azar. Es el resultado de una combinación inteligente y virtuosa: inversión extranjera y local con sentido de sostenibilidad, sumada a la buena capacitación y al talento de la mano de obra panameña. Cuando estos elementos se unen, los resultados son extraordinarios. El turismo se convierte entonces no solo en una fuente de ingresos, sino en una oportunidad de desarrollo humano, social y cultural para las comunidades que lo rodean.
Los inversionistas de Nayara y los dueños del terreno en Bocas del Toro tuvieron la visión de crear algo excepcional. Pero ellos mismos reconocen que este éxito no habría sido posible sin el trabajo, la entrega y la calidad del talento panameño. La hospitalidad, la atención al detalle, la sonrisa sincera y el orgullo de representar a su país son rasgos que distinguen al equipo que hace de Nayara Bocas del Toro un referente mundial.
En Panamá, muchas veces subestimamos nuestras propias capacidades. Este premio internacional nos recuerda que tenemos todo para destacar: un país privilegiado por la naturaleza, una ubicación estratégica, una cultura rica y diversa y, sobre todo, gente buena, trabajadora y talentosa. Lo que necesitamos es seguir apostando por la excelencia, la capacitación y la colaboración entre el sector público, el privado y la comunidad.
El turismo de calidad y sostenible no solo atrae visitantes: genera empleos dignos, impulsa la economía local y proyecta una imagen positiva de Panamá ante el mundo. Cuando el capital extranjero se asocia con empresarios panameños responsables y con una fuerza laboral bien formada, los resultados son visibles: proyectos que prosperan, comunidades que se benefician y un país que crece con orgullo.
Que Condé Nast Traveler haya escogido a Nayara Bocas del Toro como el mejor resort de Centroamérica no es solo una noticia del mundo del turismo. Es una lección de esperanza y un recordatorio de lo que somos capaces de lograr.
Porque cuando los panameños creemos en nosotros mismos, trabajamos con propósito y actuamos con unidad, el éxito no es casualidad: es consecuencia.
El autor es empresario y caballero de la Orden de Malta/Socio en Motta Orillac Advisors

