Ya van anunciando que varios colegios no estarán listos para el inicio del año lectivo y que los padres deben pelarle el ojo a los precios de los útiles escolares para que nos les cobren impuestos, es decir, “juega vivo” y rebusca con tan importante aspecto de nuestra sociedad: la educación de nuestros hijos.
Los entusiastas de la ignorancia temen que se eduque. La educación de una sociedad pone en riesgo el clientelismo y la corrupción institucional. Si las sociedades piensan, el negocio de congueo, coima y rebusca se resiente. Lo ideal es “educar” en la idea de que nada se puede hacer con la corrupción: asumirla es la mejor salida para todos.
Desanima comprobar lo tan eficientes que podemos ser organizando la JMJ o la Serie del Caribe (fuimos campeones y todo, y el papa nos llamó “pueblo noble”), y tan incapaces de terminar un colegio después de tres años, o dar mantenimiento a los planteles del país. Eso es de perdedores y de innobles, de sociedad ignorante que cuela el mosquito y traga al camello, como dice san Mateo. Pero tranquilos, somos campeones, somos nobles.
El miedo a educar se manifiesta en esta desidia anual en la que participan activamente políticos, funcionarios (Meduca y maestros), y padres que les importa muy poco la educación de sus hijos. Porque no es solo cumplir con un programa, es cumplir con un programa excelente, con maestros entusiastas del saber y la cultura, con padres celosos de una buena educación, con políticos y funcionarios que piensan a largo plazo cuando se trata de educar.
Por este camino vamos hacia el innoble campeonato de la ignorancia. Tenemos que recuperar el valor de educar, que es una responsabilidad de todos los agentes sociales. Abandonar toda lucha por la educación va a convertirnos en serviles peones de los de siempre. Nos va convertir, como hasta ahora, en un puñado de votos de “pueblo noble” que pisotear durante cinco años más.
El autor es escritor
