Para mejorar las posibilidades de éxito de la Conmemoración del Congreso Anfictiónico de Panamá debe nombrarse un ministro sin cartera. La medida puede ser decisiva, porque el nombramiento comporta la convergencia de medios con objetivos. Se configura así una integración de la persona en el cargo con la institución (vested interest). En la actual coyuntura, la institución es un evento puntual del gobierno, pero de connotación internacional.
De este modo, el “orden de batalla” se cumplirá, porque el encargado participará en el Consejo de Gabinete. En esa instancia podrá solicitar públicamente, y en presencia del presidente de la República, la colaboración directa de los demás ministros. Todo constará en actas. No podrán aflorar personalismos ni falsedades, pues los funcionarios requeridos tendrán que ejecutar los acuerdos, dado que la reunión es semanal.
El funcionariado, aunque diligente y consciente, tiene otras prioridades de igual o superior importancia. Si ya son ministros o directores de entidades autónomas, tienen responsabilidades legales y personales que atender. Nuestro aparato gubernamental refleja una república, a diferencia de un régimen autoritario. Por ello, siendo la Conmemoración un solo evento, se debe alinear —aunque sea temporalmente— todo el esfuerzo gubernamental.
Es comprensible que el evento no logre concitar el empuje político necesario si no cuenta con proyección secuencial. Esa responsabilidad debió recaer en el vicepresidente, delfín político natural del gobernante, siempre necesario, para bien o para mal.
En ausencia de un responsable público claro, los encargados tendrán que lidiar con una miríada de temas que, al final, el ministro de la Presidencia terminaría resolviendo, como árbitro, a cada momento, con el resultado no buscado de generar nuevos conflictos (en ajedrez, se llama así a las jugadas que abren nuevas líneas de ataque). El ministro de la Presidencia es quien ejecuta los designios del presidente, imponiendo prioridades en el gobierno. Y aparecerán “hallazgos” a mitad de camino (surgirán, de necesidad), por lo que ese ministro se enfrentará a intereses contrapuestos. Lo mismo ocurrirá al ministro de Relaciones Exteriores, a nivel internacional, cuya labor en esta ocasión debería limitarse a la de simple ejecutor, en tanto canal de comunicación.
Esta Conmemoración es un evento cuyo éxito depende de la participación de los dignatarios latinoamericanos: capacidad de convocatoria. Se trata de una identificación continental con intereses supranacionales. En consecuencia, la organización también debe reflejar desprendimiento.
El autor es abogado.

