El neoliberalismo constituye una forma de dominación capitalista que impulsa desde sus esferas de poder político, social y económico la reducción del Estado mediante privatizaciones como las que se dieron en los años noventa en Panamá, encareciendo la vida de los panameños. La política neoliberal propende a la desregulación de los mercados y la apertura comercial en detrimento de los sectores económicos nacionales, que, por lo general, debido a la economía de dependencia exterior, no ven fortalecidos sus negocios.
Por otro lado, este sistema promueve la reducción del Estado y la desregulación, lo que puede tener efectos negativos sobre los grupos más vulnerables de la sociedad, ya que reduce las redes de protección social y dificulta el acceso a servicios básicos.
Toda esta política neoliberal capitalista beneficia a las élites de poder y empresariales, incrementando los índices de pobreza y marginalidad en el país. Para detener las explosiones sociales, los gobiernos de turno oligárquicos acuden a la política de subsidios, que constituyen un paliativo frente a la pobreza y pobreza extrema, especialmente en áreas indígenas y el interior del país, sin contar con la periferia urbana.
Históricamente, esta política oligárquica capitalista de exclusión, explotación y apropiación de los bienes del Estado por medio de las privatizaciones conlleva a ampliar la desigualdad social, dado que los beneficios de las políticas de libre mercado tienden a concentrarse en las élites económicas.
A medida que siga existiendo una política oligárquica de dominio y control, donde no se tomen en cuenta las necesidades de la población, irán creciendo las carencias, que se ven reflejadas en la falta de salud, educación, empleo decente y seguridad.
En América Latina, ese modelo ha sido reaccionario, con pensamiento conservador y acumulación basada en agresiones a la clase trabajadora y, lo más grave, en la internacionalización del capital y las privatizaciones.
Otra de las desventajas del modelo neoliberal es la informalidad, el poco crecimiento económico, la desigualdad, precariedad salarial, desempleo, el aumento de los sectores terciarios y las afectaciones a los gremios organizados, impactando la capacidad de consumo, aparte de los desastres ecológicos, el deterioro del medio ambiente, la pobreza, la falta de competitividad e integración.
El neoliberalismo y el nuevo orden mundial son términos complejos y estrechamente relacionados que han evolucionado a lo largo del siglo XX y principios del XXI. Es importante recordar que este término se popularizó en la década de 1970 para describir un conjunto de políticas económicas que promueven la libre competencia, la privatización de empresas estatales, la desregulación de los mercados y una reducción del papel del Estado en la economía.
El Nuevo Orden Mundial es una frase utilizada para describir la configuración política y económica global que surgió tras la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría. Se caracteriza por el dominio de Estados Unidos como única superpotencia y por la globalización económica.
Aunque el término “neoliberalismo” se acuñó en el siglo XX, sus ideas tienen raíces en el liberalismo clásico del siglo XIX. Sin embargo, fue en la década de 1970 cuando se implementaron políticas neoliberales a gran escala en países como Chile y el Reino Unido.
También el “nuevo orden mundial” se popularizó en la década de 1990 para describir la nueva realidad geopolítica tras la disolución de la Unión Soviética. Sin embargo, los cambios que condujeron a este nuevo orden comenzaron a gestarse en las décadas anteriores. El neoliberalismo se convirtió en una de las principales fuerzas que moldearon el nuevo orden mundial. La globalización económica, impulsada por las políticas neoliberales, facilitó la expansión de las empresas multinacionales y la interdependencia entre las economías nacionales.
El neoliberalismo en Panamá ha dejado una profunda huella en la economía y la sociedad panameña desde mediados del siglo XX. Sus efectos han sido negativos y sigue siendo objeto de debate y análisis.
Las políticas neoliberales comenzaron a implementarse en Panamá de manera más sistemática a partir de la década de 1980, intensificándose tras la invasión estadounidense de 1989.
Consideramos que uno de los pilares del neoliberalismo panameño fue la privatización de empresas estatales, como la compañía eléctrica, telefónica y los puertos. Aunque esto generó mayor eficiencia en algunos casos, también aumentó las tarifas para los consumidores. La apertura comercial y la promoción de las zonas francas impulsaron el crecimiento económico, pero también exacerbaron la desigualdad y la precariedad laboral. La desregulación de ciertos sectores, como el financiero, condujo a una mayor concentración de la riqueza y a crisis recurrentes.
Los programas de ajuste estructural impuestos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial agravaron la situación social, reduciendo el gasto público en salud y educación.
Este sistema profundizó la desigualdad en Panamá, concentrando la riqueza en un pequeño sector de la población. También la flexibilización laboral ha generado un aumento del empleo informal y de los contratos a corto plazo, con menores beneficios sociales.
Panamá se ha vuelto cada vez más dependiente de las exportaciones de servicios y de la inversión extranjera, lo que la hace vulnerable a las fluctuaciones de la economía global. Si bien el país ha experimentado un crecimiento económico sostenido en las últimas décadas, este no se ha traducido en un mejoramiento de las condiciones de vida para la mayoría de la población. Es lamentable que el modelo neoliberal panameño sea insostenible a largo plazo y que haya generado una serie de problemas sociales y ambientales.
El neoliberalismo en Panamá es incierto. Las protestas sociales seguirán y los problemas generados por este modelo económico persistirán. Sin embargo, los intereses de los grupos económicos dominantes y las presiones internacionales seguirán siendo obstáculos para una transformación radical. Por ello, no se vislumbra un cambio en las políticas públicas en el país.
El autor es docente universitario, periodista y escritor.

