Desde hace algunos años, me he propuesto publicar algunos libros de mi autoría, como cuentos, novelas, incluso, una autobiografía, pero mis recursos son limitados. Afortunadamente, cuento con una imprenta que me estimula publicando mis libros a un precio moderado. Lamentablemente, no soy en este país, en cuanto a cultura se refiere, un favorito de algunas instituciones que imprimen obras literarias o políticas, como son la Universidad de Panamá, el Instituto Nacional de Cultura (INAC). El Estado poco se preocupa por apartar a nuestro pueblo de publicaciones oscurantistas, y de allí que nuestro pueblo no se encuentre en estos momentos en una verdadera cultura esclarecedora para su libertad de pensamiento, como lo pregonaba José Martí.
Al solicitar un espacio de propaganda o de publicidad para promover mi último libro, titulado Entre Caínes y Alacranes, es común que soliciten un precio muy elevado, quedando, desde luego, muy desalentado, ya que, como advierto, estaba procurando que este libro fuera leído por una considerable cantidad de personas.
Vienen a mi memoria las palabras de un buen amigo, ya fallecido, que admiraba mis escritos desde mi juventud. Traigo sus palabras cuando en una ocasión, tomándonos un tinto, me aconsejó de la siguiente manera: ¡Belisario!, no se preocupe, no se deje dominar por frustraciones y siga adelante y suficiente es su dignidad personal para que haga su propia propaganda al editar sus obras.
Por otra parte, en cuanto al periodismo que ejerzo de forma independiente, nunca he tenido diferencias con ningún director de diario. He respetado su línea editorial, como puede dar fe este diario La Prensa, del que me siento honrado en publicar mis análisis sobre la situación política del país o de algunos países en conflicto alrededor del mundo.
