Durante mi participación en la Comisión Presidencial sobre el Canal de Panamá, que redactó el título Constitucional uno de nuestros grandes objetivos fue blindar esta vía interoceánica de la voracidad de la política partidista. Lo logramos: el Canal es hoy un ente autónomo y profesional. Pero en aquel momento, un grupo de nosotros comprendió algo que resultó más trascendental: que el canal , si se mantenía aislado del resto del país, se convertiría en un enclave próspero, sin incorporar el resto del país a el usufructo de la posición geoestratégica y lograr que todo el país globalizara su actividad productiva, económica y social y no en una nación estancada. Para evitarlo, incorporamos
El artículo 317 que obliga a que el Canal, y todas las entidades relacionadas al sector marítimo sean parte de una Estrategia Marítima,( posteriormente le agregamos el título Marítima y Logística). Este artículo no es letra muerta. Es un mandato claro y exige al Canal de Panamá, a la Autoridad Marítima de Panamá y a todas las entidades vinculadas al sector marítimo y logístico la formulación y ejecución de una Estrategia Marítima Nacional y Logística . No es opcional. Es un deber constitucional.
Panamá y todo su territorio por su ubicación geográfica debe convertirse en una potencia marítima y logística, para todo el país, no sólo para la región interoceánica. Por eso, al mismo tiempo se creó también, simultáneamente, la Autoridad Marítima de Panamá (AMP), unificando competencias dispersas en cinco ministerios. Las dos primeras administraciones cumplieron: formularon una Estrategia, la pusieron en práctica y sentaron las bases. Luego vino el abandono. La AMP fue secuestrada por la corrupción, se archivó la Estrategia Marítima y el país quedó sin rumbo en los sectores directamente relacionados con su destino geográfico
Desde el 2008, ese mandato ha sido ignorado. Los directores de la Autoridad Marítima, por ignorancia, indiferencia o falta de visión, abandonaron la aplicación de la última estrategia aprobada ese año. El resultado: Panamá, un país con una de las posiciones geográficas más valiosas del planeta, ha desaprovechado por más de 15 años su principal ventaja competitiva.
Hoy, bajo la administración del presidente José Raúl Mulino, se abre la oportunidad de corregir el rumbo. Ha nombrado en la Autoridad Marítima de Panamá a un profesional conocedor del sector marítimo y honrado.
La decisión del Presidente Mulino de darle prioridad al cumplimiento del artículo 317 debe ser respaldada por todos los actores del Estado y de la sociedad. Panamá no puede seguir actuando como si su riqueza marítima fuera un accidente, en lugar de ser el eje central de su desarrollo.
Es hora de que las instituciones vinculadas al sector marítimo —el Canal, la AMP, el Ministerio de Comercio, el Ministerio de Economía y Finanzas, los puertos, las universidades técnicas y los gremios logísticos— comprendan que el país necesita con urgencia una estrategia nacional que articule infraestructura, talento humano, servicios, innovación, sostenibilidad y diplomacia marítima. No podemos seguir improvisando ni compitiendo entre nosotros mientras el mundo nos rebasa.
¿Qué debe contener la nueva Estrategia marítima y Logística?
No es un documento burocrático. Es una hoja de ruta para el desarrollo nacional desde el mar. Un plan estratégico —como su nombre indica— es una visión de futuro con objetivos, acciones, metas, cronogramas y responsables. No es una lista de deseos. Es una herramienta de gobierno que coordina esfuerzos, une al sector público y privado, y orienta inversiones hacia un propósito común: usar la posición geográfica de Panamá para generar prosperidad equitativa.
¿Qué debe contener la nueva Estrategia Marítima?
1. La creación de una flota panameña de verdad. Panamá debe tener armadores nacionales, con buques de bandera panameña que operen desde puertos panameños y generen empleos en Panamá.
2. Más puertos y mejor conectividad. Necesitamos puertos de tráfico internacional y de cabotaje en ambos océanos. Necesitamos interconectarlos por canales secos, por trenes de carga y por carreteras eficientes. El Golfo de Panamá no puede seguir ignorado: su potencial logístico es inmenso.
3. Desarrollar la navegación de corta distancia. El mar debe unir nuestras costas, nuestras islas, nuestras comunidades olvidadas. La logística nacional no puede ser solo para contenedores que cruzan el país sin dejarnos valor.
4. Aprovechar que Panamá está en el centro de dos estaciones agrícolas. Mientras en el norte es invierno, en el sur es verano, y viceversa. Podemos ser el Rotterdam tropical de productos perecederos, estimulando nuestra agricultura e insertándola en las cadenas globales.
5. Formación de capital humano técnico y profesional. No hay desarrollo logístico sin gente capacitada. Necesitamos institutos de formación marítima, portuaria, logística y tecnológica en todas las regiones del país.
6. Descentralización del desarrollo. No podemos seguir dependiendo de la región interoceánica como un enclave. Toda Panamá debe beneficiarse de su posición geográfica, desde Puerto Armuelles hasta Cartí, desde Chiriquí hasta Darién.
Panamá tiene que elegir su destino
Nuestro destino es el mar. Pero un país no se desarrolla por accidente. Se desarrolla cuando tiene una estrategia clara, ejecutada con voluntad, profesionalismo y continuidad. Esta es la oportunidad para que Panamá se transforme en una verdadera nación marítima y logística, con puertos modernos, conectividad eficiente, industria naval, servicios a la navegación, exportaciones de productos agrícolas, empleos de calidad y bienestar compartido.
Lo que está en juego no es una reforma institucional. Es una transformación nacional. Por eso debemos exigir que se cumpla el mandato del artículo 317. Que la Estrategia Marítima se convierta en política de Estado. Que el mar vuelva a estar en el centro de nuestra visión de país.
Al pueblo panameño también le corresponde despertar. Una Estrategia Marítima Nacional no es un asunto técnico ni de expertos: es un camino de desarrollo para todas las regiones del país. Un barco que llega al país trae consigo trabajo para astilleros, técnicos, ingenieros, despachadores, tripulantes, exportadores, emprendedores y universidades. Cada contenedor que cruza el istmo debe ser una oportunidad de progreso para todos, no solo para unos pocos en la franja interoceánica.
Como me decía mi padre: “Si uno sale de casa sin saber adónde va, tampoco sabrá adónde llega”. Y eso es lo que ha pasado con Panamá. Somos un país sin dirección, cuando podríamos ser una nación admirada y respetada.
Ya es hora de recuperar el timón, ya es hora de trazar la ruta.
Porque Panamá nació del mar. Y en el mar está su futuro.
El autor es exdirector de La Prensa

