Aunque mi formación es en biología marina, siempre he sentido una gran pasión por la arquitectura y disfruto contemplar edificios, tanto históricos como modernos. De allí surge mi iniciativa en Instagram (@canalzonepty), que busca rescatar la memoria de la infraestructura de la antigua Zona del Canal y vincularla con su estado y uso actual.
Durante una visita a mi hijo menor en Seattle, Washington, me llevó a un edificio que unía mis dos intereses: Panamá y la arquitectura. Se trataba del Panama Hotel, ubicado en Japantown, dentro del Distrito Internacional. Diseñado por Saburo Ozasa, el primer arquitecto japonés en Seattle, fue construido en 1910 y abrió en 1911 con 101 habitaciones para trabajadores japoneses solteros.

En 1938 lo adquirió Takashi Hori, quien lo administró hasta 1986. La historia del hotel cambió con la Orden Ejecutiva 9066 de Franklin D. Roosevelt en 1942, que obligó a los japoneses a trasladarse a campos de internamiento. Muchos confiaron sus pertenencias al sótano del hotel, donde más de 8,500 objetos fueron documentados posteriormente por el National Trust.
El edificio fue comprado por Jan Johnson, quien lo conserva hasta hoy. Su visión lo transformó en un espacio cultural: café, salón de té y museo japonés-americano, con el único baño público japonés intacto en Estados Unidos. El nombre del hotel alude al Canal de Panamá, que en 1910 simbolizaba modernidad y progreso para ciudades como Seattle y San Francisco, al abrir la ruta transpacífica hacia Asia.
Entre los tesoros de la colección del hotel destacan un ejemplar de Greatest Engineering Feat in the World: Panama and the Panama Canal in Picture and Prose (1912) y el disco I’ll Take You Back to Panama (1914), de Ernest J. Meyers y Will E. Dulmage.

El valor histórico del sitio ha sido ampliamente reconocido: National Historic Landmark (2006), National Treasure del US National Trust (2015), distinción del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón (2020) y Seattle City Landmark (2022).
Más allá de sus paredes, el Panama Hotel es un testimonio vivo de cómo un edificio puede condensar capítulos de la historia mundial. No es casual que inspirara la novela Hotel on the Corner of Bitter and Sweet: allí laten la memoria, la identidad y el cruce de culturas.

