En un mundo donde la crisis climática exige soluciones innovadoras, Panamá se encuentra en una posición privilegiada y poco común. Gracias a su vasta cobertura de bosques tropicales y su capacidad para absorber más carbono del que emite, el país es considerado “carbono positivo”. Esto significa que no solo compensa su propia huella de carbono, sino que también puede contribuir significativamente a la mitigación global del cambio climático.
Esta condición abre una valiosa oportunidad en el mercado de los bonos verdes y los mecanismos de compensación de carbono. Bajo este esquema, los países y empresas con altas emisiones de gases de efecto invernadero pueden comprar “créditos de carbono” a naciones como Panamá, ayudándoles a cumplir sus compromisos climáticos bajo el Acuerdo de París. Este mercado no solo promueve la conservación de los ecosistemas naturales, sino que también podría representar una fuente significativa de ingresos para el país.
Un mercado en crecimiento y oportunidades para Panamá
El mercado de bonos verdes ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años, con la Unión Europea, Estados Unidos y China liderando la emisión y comercialización de estos instrumentos financieros. Según datos del Banco Mundial, el mercado de carbono alcanzó un valor de $909 mil millones en 2022, y se espera que continúe expandiéndose a medida que más países establezcan regulaciones ambientales estrictas y objetivos de carbono neutralidad.
Panamá, con su condición de país carbono positivo, tiene una oportunidad única para integrarse a este mercado de manera estratégica. No solo puede vender créditos de carbono a empresas e industrias con altos niveles de emisiones, sino que también puede aprovechar los bonos verdes para financiar proyectos de infraestructura sostenible, energía renovable y conservación de sus ecosistemas.
Además, la presencia del Canal de Panamá, por donde transita cerca del 6% del comercio mundial, ofrece otra ventaja competitiva. La industria marítima está bajo creciente presión para reducir sus emisiones, y Panamá podría desempeñar un papel clave ofreciendo incentivos para que los barcos que utilicen combustibles más limpios o compensen sus emisiones con créditos de carbono panameños obtengan beneficios en sus tarifas de tránsito.
El rol del Estado: regulación y transparencia
Para que Panamá aproveche plenamente este potencial, es fundamental un esfuerzo coordinado entre el sector público y privado. En primer lugar, el gobierno debe establecer un marco regulatorio sólido que garantice la integridad de los proyectos de captura de carbono y la transparencia en la emisión de bonos. Esto incluye:
Certificación internacional de los créditos de carbono generados en el país, asegurando su validez y atractivo en los mercados internacionales.
Fortalecimiento de políticas de reforestación, protección de áreas naturales y manejo sostenible de recursos para garantizar que la generación de créditos de carbono sea genuina y no dependa de prácticas que puedan poner en riesgo la biodiversidad.
Inversión en tecnología de monitoreo y medición de carbono, permitiendo un seguimiento preciso de las emisiones y absorciones de CO₂.
Creación de incentivos fiscales y financieros para empresas nacionales que inviertan en proyectos de sostenibilidad y bonos verdes.
Una regulación clara y confiable no solo brindará seguridad a los inversionistas internacionales, sino que también posicionará a Panamá como un referente en el financiamiento verde en América Latina.
El papel del sector privado y la innovación sostenible
El sector privado tiene un rol crucial en la implementación de esta estrategia. Las empresas pueden invertir en proyectos carbono neutro, tales como:
Reforestación y conservación de bosques, contribuyendo a la generación de créditos de carbono.
Energía renovable, incluyendo solar, eólica e hidroeléctrica, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.
Prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles, promoviendo la agroforestería y reduciendo la deforestación.
Ecoturismo responsable, que combine la conservación del medio ambiente con el desarrollo económico de las comunidades rurales.
Además, Panamá podría fomentar la creación de un mercado interno de carbono, donde las propias empresas nacionales puedan compensar sus emisiones antes de exportar créditos al extranjero. Esto incentivaría un cambio estructural hacia una economía más sostenible dentro del país.
Desafíos y el camino a seguir
A pesar del enorme potencial, Panamá enfrenta desafíos clave para consolidarse como líder en este mercado:
Falta de infraestructura técnica: Es necesario fortalecer la capacidad del país para medir, verificar y certificar las reducciones de carbono de manera confiable.
Educación sobre estos mecanismos financieros: Tanto el sector público como privado deben comprender mejor cómo funcionan los bonos verdes y el mercado de carbono para aprovechar al máximo sus beneficios.
Garantía de un monitoreo efectivo: Sin un sistema sólido de seguimiento, existe el riesgo de prácticas fraudulentas o la sobreventa de créditos de carbono, lo que podría dañar la reputación del país en estos mercados.
Superar estos desafíos requerirá colaboración entre el gobierno, el sector privado, organizaciones ambientales y la comunidad internacional.
Conclusión: Panamá, líder en la transición verde
Panamá tiene ante sí la posibilidad de convertirse en un líder regional en sostenibilidad y financiamiento verde. Con políticas claras, inversión en tecnología ambiental y una estrategia de mercado bien estructurada, el país podría transformar su riqueza natural en un activo económico tangible, demostrando que la conservación del medio ambiente y el desarrollo económico no son objetivos opuestos, sino complementarios.
El momento de actuar es ahora. El potencial de Panamá en la captación de pagos por reducción de la huella de carbono no solo podría generar ingresos significativos, sino que también contribuiría a la lucha global contra el cambio climático, posicionando al país como un actor clave en la transición hacia un mundo más sostenible.
El autor es Country Managing Partner – EY
