Al releer las declaraciones de Nito Cortizo cuando, como candidato a la Presidencia de la República, criticaba a los gobiernos anteriores por “patear la lata” del enorme problema de la Caja de Seguro Social (CSS) (entre otras bellezas), uno se pregunta ahora, ¿para qué quiso ser presidente?
Si su motivación realmente era buena, de convicciones profundas, ¿qué se hizo? ¿Por qué desapareció? ¿En qué momento se dio un cambio tan radical en su pensamiento, en su determinación? ¿Qué se hizo de aquel hombre de campo, ganadero, de decisiones rápidas y firmes (hasta renunció a un ministerio por una política que chocaba con sus creencias)? ¿Qué ocurrió para que ese hombre que logra una victoria electoral clara, al sentarse en la silla presidencial, decida delegar la función de gobierno en un joven sin la menor capacidad, quien –con su “combito”– de inmediato decidió (para desgracia del país) usar su privilegiada posición para hacer negocios? Incluso eran “bocones” y decían abiertamente: “¡todo, absolutamente todo, pasa por aquí!”
¡La Presidencia de la República es la institución más importante de nuestro sistema democrático de gobierno! La Presidencia se respeta, se conserva y se procura siempre elevarla. Es la representación legal de la República de todos los ciudadanos que, con su voluntad y sus votos, elevan a ella a uno de sus hombres o mujeres. La Presidencia no y mil veces no se delega... ¡En nadie!
El Gabinete es el equipo del presidente. Incluso, para entenderlo mejor, recordemos que en el pasado los ministros tenían el título de “secretarios” (aún es así en muchas democracias, incluso en la de Estados Unidos).
Si fuera del sector privado, ¿cuánto tiempo duraría en su puesto el presidente o gerente general de una empresa si delegara su función en su secretaria? ¡Eso es impensable! Igual que si ese gerente o presidente pone de jefes de departamentos a los más ineptos e ineficaces miembros de su personal.
Ahora bien, es claro que una cosa es el gobierno y otra muy distinta la empresa (el primero es demócrata y la segunda es autócrata), pero hay reglas básicas que rigen para ambas.
Estamos viviendo una crisis inesperada. El gobierno enfrentó la parte salud usando el tradicional sistema de vacunación y manejó pésimamente la economía y la educación, con el cierre más absoluto y desastroso del planeta.
No es la mía una solitaria opinión; hay muchos países con los que nos podemos comparar, que tomaron distintas acciones y tuvieron magníficos resultados.
Al día de hoy, el gobierno no ha presentado un plan de rescate de la economía. Habla de la necesidad de ser austeros, pero se ha dedicado a incrementar una planilla sin funciones, con dineros logrados con aumentos de la deuda pública, todo lo contrario a lo que la lógica y la práctica indican es lo correcto.
El presidente continúa delegando la función de gobierno, sin presencia ni liderazgo.
En conclusión: la gran crítica que el Nito-candidato hacía de los gobiernos por “patear la lata” en el tema de la CSS, la ha convertido en la regla general de su administración, no solo para lo de la CSS, sino para toda la función de gobierno y, más grave aún, la ha delegado –para “patear la lata”– en los más ineptos de su gobierno.
El autor es presidente fundador del diario ‘La Prensa’.
