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Patriotismo y nacionalismo: ¿Qué significa ser panameño?

“Con el fin supremo de fortalecer la Nación, garantizar la libertad, asegurar la democracia y la estabilidad institucional, exaltar la dignidad humana, promover la justicia social, el bienestar general y la integración regional, e invocando la protección de Dios, decretamos la Constitución Política de la República de Panamá.” (Constitución Política de Panamá, Preámbulo)

Desde su fundación como república, Panamá ha reafirmado en su Constitución el compromiso de preservar su soberanía y garantizar la libertad de su pueblo. Estos ideales, plasmados en el Preámbulo de nuestra Carta Magna, no solo establecen la base de nuestro ordenamiento jurídico, sino que también reflejan el espíritu de patriotismo y nacionalismo que ha guiado nuestra historia.

Pero, ¿qué significa ser panameño? En el contexto actual, esta pregunta cobra mayor relevancia. Para responderla, debemos mirar atrás y reconocer en los mártires y héroes de nuestra patria los ideales de patriotismo y nacionalismo, valores que fueron defendidos con sus vidas en nombre de nuestra soberanía y que marcaron el rumbo de la nación.

Para las nuevas generaciones, estos conceptos parecen haber perdido significado, pero son precisamente los que han guiado nuestra identidad y nuestras luchas como pueblo. Hoy, más que nunca, debemos redescubrirlos para afrontar los desafíos de nuestro tiempo.

El patriotismo: Amar a Panamá con hechos

El patriotismo, entendido como el amor genuino a la patria, es una fuerza unificadora que impulsa a los ciudadanos a trabajar por el bien común, respetar las leyes, proteger los recursos nacionales y comprometerse con el desarrollo del país. Es el motor que nos mueve a defender lo que nos pertenece y a levantar la voz contra las injusticias que afectan a nuestro pueblo.

En el caso de Panamá, el patriotismo no es un valor abstracto. Nuestra historia está marcada por generaciones que han luchado por nuestra soberanía e integridad territorial. En un momento en que las presiones internacionales ponen a prueba nuestra independencia, el patriotismo exige recordar el sacrificio de quienes pelearon por un Panamá libre y soberano. Esto debe reflejarse en las decisiones de nuestros gobernantes, quienes tienen la responsabilidad de actuar con firmeza en defensa de nuestra soberanía.

El nacionalismo: La reafirmación de nuestra identidad

Por otra parte, el nacionalismo es la defensa de nuestra cultura, nuestros recursos y nuestra autodeterminación frente a intereses extranjeros. Es el reconocimiento de lo que nos hace únicos y de la necesidad de protegerlo. Sin embargo, el nacionalismo debe ser un punto de encuentro que fortalezca la unidad nacional, evitando caer en posturas que dividan a la sociedad o generen aislamiento. Un nacionalismo sano valora las relaciones internacionales y el intercambio global, pero nunca a costa de los valores que nos definen como nación.

En este contexto, nuestra relación con Estados Unidos nos obliga a repensar el equilibrio entre cooperación y soberanía. Si bien las relaciones internacionales son esenciales para el desarrollo, estas no deben comprometer la dignidad ni los intereses de Panamá. El país debe ser un socio estratégico, no un territorio subordinado. No se trata de cerrar puertas, sino de defender con determinación lo que es nuestro.

El rol de cada panameño

Cada ciudadano tiene un papel fundamental en este panorama. El patriotismo y el nacionalismo no se limitan a discursos políticos o manifestaciones en fechas patrias, sino que se viven día a día, defendiendo los derechos e intereses nacionales. Ser patriota y nacionalista significa participar activamente en la construcción de un Panamá más justo y equitativo.

La situación actual entre Panamá y Estados Unidos plantea decisiones difíciles que determinarán el rumbo de nuestra nación. Es en estos momentos cuando el patriotismo y el nacionalismo deben guiarnos hacia un consenso nacional que priorice a nuestra gente sobre cualquier interés extranjero.

Todo panameño debe saber que nuestra soberanía no fue un regalo ni un simple documento firmado en un escritorio, sino un derecho conquistado con el sacrificio de miles de compatriotas que enfrentaron con valentía la opresión y la injusticia. Desde Victoriano Lorenzo hasta los mártires del 9 de enero de 1964, nuestra historia está teñida con la sangre de quienes no dudaron en desafiar a gigantes para defender la dignidad de nuestra patria. Esos héroes entendieron que la patria es más que un territorio: es una promesa a las futuras generaciones.

Cada piedra de este suelo, cada bandera ondeando al viento, cada rincón del Canal —cuyo control nos fue negado durante décadas— está impregnado con el eco de sus voces y su lucha incansable por un Panamá libre.

Por tanto, ser panameño simboliza mucho más que nacer en esta tierra. Es sentir orgullo por nuestra historia, asumir la responsabilidad de nuestro presente y luchar por un futuro que refleje nuestros valores y aspiraciones como nación. Patriotismo y nacionalismo no son conceptos del pasado; son principios vivos que nos recuerdan quiénes somos y qué estamos llamados a defender.

El destino de Panamá está en nuestras manos. ¿Defenderemos lo nuestro o permitiremos que otros impongan sus intereses sobre los de cada panameño?

El autor es abogado.


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